El equipo de Pep Guardiola le dio un repaso a su adversario. De principio a fin, sin discusión, con la distancia abismal que separa a ambos equipos, que quedó patente sobre el campo desde el primer segundo hasta el último, y con la amarga vuelta del Feyenoord quince años después a la fase de grupos de la máxima competición europea.
El triunfo ya era un hecho concluyente, quizá mucho más veloz de los previsto, en poco más de nueve minutos para el Manchester City, con un perfil completamente ofensivo y con una puesta escena de una eficacia incontestable. Al minuto y 34 segundos, 0-1, con un cabezazo de John Stones a centro desde la banda de David Silva.
Tan fácil y cómodo el envío medido del español en el flanco izquierdo como el remate del central inglés, que, encima, se le coló por debajo de las piernas a Tonny Vilhena al borde de la línea. Un golpe demoledor para el bloque holandés, desbordado antes y después por el City, aún más con el 0-2 de volea del argentino Kun Agüero. El atacante, asistido por la derecha por Walker, culminó una jugada, al primer toque, que demuestra todo el talento del que dispone el Manchester City. Por el medio David Silva, Bernardo Silva o Kevin de Bruyne y arriba Kun Agüero y Gabriel Jesús, que rozó otro gol al inicio salvado bajo palos por Botteghin.
Todo, dos goles en tres ocasiones, en 9 minutos y 48 segundos. Y sin respuesta, apenas un contragolpe de Michiel Kramer, del Feyenoord, devorado cada vez que el Manchester City se propuso algo más, conectó con velocidad en su imponente medio campo o se acercó al área local, un 'chollo' que aprovechó de nuevo. Por tercera vez.
En el minuto 25, a la salida de un córner, primero con un disparo de Agüero, después con un trallazo de Benjamin Mendy que repelió como pudo el portero Brad Jones y que empujó el brasileño Gabriel Jesús al 0-3. Estaba solo él, a la izquierda del portero, pero también Agüero, a la derecha, sin oposición de ningún marcador.
Tuvo dos ocasiones más el delantero argentino antes del intermedio y dispuso su equipo de un montón de aproximaciones más al área contraria frente al campeón holandés, un oponente aún lejos del nivel que exige el Manchester City y una competición como la Liga de Campeones, visto el inicio, el desarrollo y el final del encuentro.
Jamás discutió el duelo, mucho menos la victoria, al bloque inglés. Ni la posesión ni las ocasiones. Ni siquiera le exigió realmente, salvo algún momento esporádico, en su zona defensiva. Ni en el primer tiempo ni en el segundo. Ni con 0-0 ni con un marcador tan amplio que provocó una inevitable relajación al firme ganador.
Su reacción fue una concatenación de patadas en tres minutos, con las consiguientes tarjetas. Nada más. Su único recurso contra un City a medio gas, sin apretar verdaderamente el acelerador, que pudo golear aún más al descanso, al que se fue con un 0-3 a favor, y que amplió la renta en la reanudación con el 0-4 de cabeza de Stones.