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El Cerro Porteño, dirigido por Pedro Troglio, de la Copa Sudamericana 2009 parecía acabar con la maldición de las semifinales en los certámenes continentales. Aunque el Ciclón perdió el juego de ida en la vieja Olla, disputó casi toda la revancha con la serie remontada e igualada y la oportunidad de los penales en el mítico Maracaná. Pero la historia cambió en una acción desafortunada y con un jugador que mucho antes, estuvo a punto de abandonar el campo por un golpe y corte en la cabeza. “Maestro, por el amor de Dios, no me saque”, había rogado Gum al técnico Cuca después de un codazo de Roberto Nanni, delantero argentino azulgrana. El destino estaba marcado: no se pudo.
La campaña del Ciclón agigantó etapa tras etapa la posibilidad de disputar por primera vez una final internacional. En la primera fase venció a un rival boliviano (La Paz FC) ganando en Asunción y en La Paz y, entre octavos y cuartos, eliminó a dos adversarios brasileños: Goiás y Botafogo, al que también superó en ambos enfrentamientos con el 3-1 en el Nilton Santos de Río de Janeiro. Posteriormente, tocó Fluminense, que había dejado por el camino al Flamengo, al Alianza Atlético de Perú y a la Universidad de Chile. El partido de la serie de los cuatro mejores fue en Asunción: 1-0 con gol de Fred, quien este martes, doce años después, sigue jugando y es titular en el conjunto de Róger Machado.
A pesar de la caída, la llave estaba abierta y el 4 de noviembre, el Azulgrana de Troglio, de Diego Barreto, de Miguel Torrén, de Diego Herner, de Julio Irrazábal, de Jorge Brítez, de Roberto Nanni, de César Ramírez, jugaba por la heroica. El choque no pudo desarrollar un mejor arranque: a los 7 minutos, Luis Cáceres convirtió el 1-0, igualó el global y obligaba a los penales, mientras que del otro lado del cuadro, Liga de Quito y River Plate de Montevideo pelean por acceder a la última ronda. “Su portero estaba muy inspirado esa noche. Atrapó unos balones que fueron muy, muy difíciles, casi indefendibles. Hubo una jugada de Mariano, otra de Fred ... Wow”, recodó Gum.
Sí, Barreto había atajado todas, desviado imposibles. Era la figura, era la mejor noche hasta que en el segundo minuto de adición... gol de Gum. “Al final del partido, en una bola muerta donde todo el mundo ya se preparaba para los penales, Cuca me mandó a atacar. Me quedé ahí. Conca tiró, rebotó en un defensor y tuve la oportunidad, ahí en el área. El balón me quedó a mí y me las arreglé para ser muy bendecido después de ganar una licitación disputada con otro defensor del Cerro. Marqué en los cuarenta y siete minutos del segundo tiempo y fue una explosión de alegría”, señaló el central. El 1-1 fue fatal para Cerro, que recibió el segundo a los 95′ con la definición de Alan.
El anhelo de jugar una final, que parecía estar muy cerca y que hasta era posible en la tanda, terminó. Pero lejos de caer derrumbado sobre el césped del estadio, el pitazo del chileno Carlos Chandía abrió un episodio casi bélico que tuvo nuevamente a Carlos Báez en escena: jugadores, cuerpos técnicos y auxiliares comenzaron una batalla campal, con casi todos a los empujones, a las trompadas, a las patadas y muy pocos queriendo apaciguar y calmar a ambos bandos. El recuerdo de aquel antecedente siempre parte en punta por la pelea que por los segundos que separaron al cuadro de Barrio Obrero de una chance de disputar una definición de Conmebol.