Necesitaba de golpe un buen partido el Real Madrid tras dos empates consecutivos en Liga en el Santiago Bernabéu que dejaron unas dudas inesperadas tras el nivel mostrado en las Supercopas. No llegó en un día propicio, ante el humilde APOEL que luchó con todo lo que tenía pero que está a años luz del equipo de Zidane, al que por momentos le faltó intensidad y mentalidad.
Una goleada es siempre bienvenida y para ello regresaba el mayor devorador, Cristiano Ronaldo, con ganas contenidas durante un mes sin poder defender al Real Madrid. En banda derecha siempre forzado. Fue caer a la zona donde se convirtió en estrella y explotar sus virtudes. De un preciso centro tras conducción de Isco, llegó el tanto en el segundo palo de Cristiano. A placer. Desatando la rabia contenida en su ausencia.
Fue la jugada más explotada en el primer acto. Nacía una asociación que debe conectar mucho más en el Real Madrid. Centro desde la izquierda de Bale y remate de matador de Cristiano como referente en punta ante la ausencia de Benzema. De cabeza tuvo el segundo pero lo estrelló en el lateral de la red.
Una lesión muscular de la sorpresa en el once de Zidane, Kovacic, cortaba el ritmo que comenzaba a tomar el Real Madrid. Entraba Kroos en un día perfecto para que Dani Ceballos ganase minutos y confianza. El partido era poco vistoso y falto de ritmo. Fútbol sin continuidad madridista y demasiado rival para optar a hacer daño el APOEL.
A los impulsos de las subidas de Marcelo se movió el equipo de Zidane, que encontraba en un testarazo arriba de Bale en un córner botado por Kroos y otro pase del galés al remate de Cristiano, las únicas llegadas antes del descanso en una noche de poco sabor europeo en el Bernabéu. Aumentaría el hambre de gol el rey de Europa en la segunda mitad.
Le bastaban segundos a Cristiano Ronaldo para contagiar a sus compañeros. De zurda remataba al travesaño y se desesperaba pidiendo al juez de línea que el balón botaba dentro de la portería rival. En el campo lo pareció pero la tecnología Uefa mostró que el esférico no había entrado.
Minutos después encontraría el premio del gol inmerecidamente porque llegó de un penalti que no era. Un rechace daba en el hombro de Roberto Lago y el colegiado señalaba una pena máxima que Cristiano no perdonaba. Dos goles en 51 minutos del devorador de récords. Los mismos que firmó el Real Madrid en dos partidos de Liga con 40 disparos. La pegada depende del portugués.
El marcador fue una losa para el APOEL que se limitó a defender para no encajar una goleada. Alguna arrancada con calidad de Aloneftis fue la única noticia ofensiva mientras el Real Madrid buscó goles para empezar líder de grupo. Isco en una noche en la que rebajó su brillantez perdonó dos, Casemiro probó a Waterman y Ramos marcó de la forma que le faltaba, de chilena.
El partido invitaba a subir al capitán en busca de lo que más ama en el fútbol. El centro de Marcelo le buscó pero encontró a Bale y el rechace al cielo lo bajó el camero de chilena a la red. Era el último tanto pese a los intentos de Cristiano, al que anularon su triplete por fuera de juego. Zidane terminó dando unos minutos a Ceballos y a Borja Mayoral, el 9 que jugará en Anoeta donde el Real Madrid ya siente la necesidad de ganar sin Marcelo, Benzema ni su gran referente, Cristiano, que ensancha sus números de récord en Liga de Campeones.