Fue una casualidad del destino, marcada por la pelota, la que se dio aquella tarde de martes en el estadio Itaqueirao de Sao Paulo en el marco de la XX Copa Mundial de la FIFA.
Argentina había superado en la fase de grupos a Nigeria, Bosnia y Herzegovina e Irán. Su puntuación fue perfecta rumbo a los octavos de final. En su cuarto partido, el 1 de julio, la Albiceleste venció a Suiza en tiempo extra por 1-0 gracias a la genialidad de Lionel Messi en el minuto 118, que cruzó la cancha y entregó el balón a Ángel Di María para que anotara.
Se estremeció la hinchada que abarrotaba el estadio Arena Corinthians. En cuartos el rival fue Bélgica y Gonzalo Higuaín anotó el gol para la victoria por la mínima en el estadio Nacional Brasilia, el 5 de julio. Se venía la semifinal contra Holanda y no era cualquier día: los argentinos llegaban a disputar el paso a la final con el peso de su historia patria.
Fue el 9 de julio de 1816 cuando el Congreso de Tucumán decidió firmar la declaración de Independencia de la Argentina de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española.
El Día de la Independencia, la fecha en que las banderas albicelestes ondean en todo el país, fue justo cuando el equipo dirigido por Alejandro Sabella enfrentaba la gloria tras los 24 años que pasaron desde la final de Italia'90 en la que Argentina cayó por 1-0 ante Alemania.
El 9 de julio de 2014, Argentina se enfrentó con la Naranja Mecánica y después de un maratoniano esfuerzo de 120 minutos en los que se mantuvo el 0-0 en el marcador, el portero Sergio 'Chiquito' Romero se agigantó en la definición de cobros desde el punto penalti al atajar dos ejecuciones.
Paso a la final. Argentina estalló, los gritos se escucharon del Itaqueirao hasta las calles de Buenos Aires. La esperanza de título de la Albiceleste renacía ese 9 de julio.