Lo mínimo que se espera de un grande
Un partido controlado por Cerro Porteño, que con el gol confirmó su mejor desempeño, tuvo la oportunidad de anotar el segundo, la desperdició y sobre el final del primer tiempo se complicó con el tanto adversario.
El chico Aguayo, al que le costó controlar el balón en un par de ocasiones, asistió por derecha, Cecilio hizo la “cortina” para la recepción con derecha y resolución con zurda al techo del arco de Sergio Araújo.
Era el escenario ideal. Ventaja ampliada considerando el duelo de ida y con el dominio pleno, que le permitió al Ciclón actuar con soltura, con la chance de aumentar la diferencia con el penal cobrado a Guzmán en cuyo brazo pegó el tiro de Piris da Motta.
La ejecución de Cecilio fue desviada por Cáceda, en una historia repetida una semana después. Como en Arequipa, el arquero incaico amargaba al “10″ cerrista.

El impacto anímico se sintió, más aún cuando a poco del descanso, un envío paralelo a la portería dio en la extremidad superior de Giménez para la pena máxima, concretada por Martínez con disparo cruzado.
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Cerro Porteño vs. Melgar: el segundo tiempo
En el inicio del segundo tiempo sobrevolaron los fantasmas hacia la portería azulgrana hasta que un remate de Pachi Carrizo tuvo un leve desvío y dejó fuera de acción a Cáceda para el 2-1. Alivio para la afición que si bien está acostumbraba a sufrir, tenía la expectativa de una noche más tranquila.

La tercera anotación llegó mediante una cesión de Cecilio, falto de confianza, para la definición de Da Costa, dos minutos después de haberse registrado una jugada parecida que terminó en el tanto del brasileño, anulado por fuera de juego.
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Con un remate mordido que tuvo una dosis de fortuna, Fariña registró el cuarto tanto y el incaico Liza decoró el marcador para el 4-2.
Fue de esas noches que caracterizan al Ciclón, que dio un paso obligatorio, porque naturalmente debería partir de la fase de grupos. Un club con una tremenda enorme fuerza que se debilita internamente.
