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Decano robusto, Ciclón punzante
El partido tuvo un arranque flojo, pero conforme fueron pasando los minutos fue tomando temperatura, contando con el toque de emotividad que se espera de todo clásico.
El local propuso juego en ataque, pero el que golpeó fue el visitante, caracterizado por su solidez defensiva, con extremos veloces que brindan con su desequilibrio el apoyo que requieren los atacantes para tratar de marcar la diferencia.
Por su propuesta y sus llegadas frecuentes, el que parecía estar más cerca de la anotación era el Ciclón, aunque fue el Decano el que movió el tablero con un pase largo de Capasso en dirección a Redes, quien le ganó en la corrida al adolescente León (más ofensivo que defensivo) para el envío aéreo despejado por Melgarejo y conectado por el Pratto de frente al arco para romper el cero. Olimpia inflaba pecho en barrio Obrero, robusto como el Oso.
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Fue un balde de agua fría para Cerro Porteño. El panorama cambió al instante, corriendo el riesgo que el aliento se transforme en presión, porque era el décimo intento por derrotar al tradicional rival.
El dueño de casa necesitaba mantener la calma para tratar de cambiar el curso de la historia después del descanso, porque si bien se encontraba abajo en el marcador, en juego no era inferior.
Los azulgranas metieron presión en el segundo tiempo. Gastón Olveira se convirtió en figura con sus grandes intervenciones. Parecía invencible, respaldado por la solidaridad de un equipo que sabe lidiar con sus limitaciones. En ese sentido, todo el mérito de Martín Palermo, quien pudo sacar agua de las piedras para conformar un elenco competitivo y campeonable.
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El aporte de Gabriel Aguayo fue decisivo para la igualdad azulgrana. Una rauda incursión del joven al área fue cortada por Zabala. Penal indiscutible concretado por Piris da Motta con un remate cruzado, esquinado.
Nuevo empate entre elencos con características distintas. El alegre fútbol cerrista, con fragilidades defensivas, contrasta con la robusta estructura de Olimpia, que carece de ideas para brindar una mejor resolución de las cargas.
Arbitraje a la altura del espectáculo
El trabajo de Juan Gabriel Benítez Mareco (41 años) estuvo a la altura del clásico, facilitando la tarea de los encargados del VAR que no tuvieron la necesidad de intervenir.