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Desarrollo con mucho tráfico en la mitad de la cancha, el local con la habitual intensidad que propone su nuevo entrenador, Humberto García, empleó un estilo que tenía como prioridad el orden defensivo, tal es así que el portero Luis Guillén no tuvo intervenciones en la primera etapa.
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Luqueño con su característica tradicional, intentó imponer la posesión del esférico, con el buen pie de los volantes internos, intentando ensanchar los avances con la participación de los extremos, y el apoyo de los laterales. Fue legible la intención, pero fueron neutralizados por el espíritu combativo del local.
La propuesta ofensiva del rojo mallorquino consistía en buscar con balones elevados en ataque a Clementino González, para que este pueda imponer su oficio en el juego aéreo, quien cuando pierde los duelos ante los zagueros, ofrece la segunda pelota como “plan b”, para darle continuidad a los avances.
Lo más peligroso del dueño de casa fue Pedro Delvalle, que en la media hora de juego logró inquietar a Alfredo Aguilar en un par de ocasiones, primero conectando de cabeza un centro de Miller Mareco, que encontró bien posicionado al portero. En la siguiente, en una baldosa se fabricó el espacio para luego ejecutar el tiro colocado que desvió “Santaní”.
En la complementaria, Julio César Cáceres mandó al campo a Sergio Otálvaro, buscando profundidad por el andarivel derecho, además del experimentado Lucas Barrios intentando imponer un mayor peso en la ofensiva, en sustitución Marcelo Ferreira, quien no tuvo una tarde lúcida absorbido por los centrales.
Cumplida la hora de juego, Otálvaro generó la primera insinuación importante del auriazul, el colombiano recibió sobre su andarivel, ingresó en diagonal asociándose primero con Nicolás Maná y luego con Barrios, para quedar de frente a la portería y luego sacar el zurdazo rasante que pasó rosando el poste derecho de la portería de Guillén.
Por el otro bando, Humberto García no quería sorpresas y corrigió los puntos flojos. El visitante tuvo la victoria cuando cumplía el tiempo reglamentario, desde el buen pie de Guillermo Hauché, quien volvía a su anterior casa, el argentino ejecutó un tiro de esquina medido, a la posición de José Leguizamón, quien aplicó el potente cabezazo que tuvo la providencial tapada de Guillén, la única que tuvo el portero rojo.
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Arnaldo Gabriel Benítez (@GaboBenitez_5)