Primer Mundial femenino con 32 equipos
La novena edición del Mundial femenino, organizada en Australia y Nueva Zelanda, fue la primera con 32 selecciones participantes, por las 24 del precedente Mundial, disputado en Francia en 2019.
Esta ampliación benefició sobre todo a las selecciones europeas (de 9 a 12) y a las de América del Norte y Centroamérica (de 3 a 6).
“Decían: ‘esto no va a funcionar, el nivel es demasiado diferente, habrá resultados de 15-0, será malo para el fútbol femenino y su imagen’”, lanzó el presidente de la FIFA Gianni Infantino.
“Pero lo siento, la FIFA tenía razón. Teníamos numerosos países en el mundo que pensaban en tener una opción de participar. Todo el mundo cree ahora que hay una oportunidad de brillar en la escena mundial”, prosiguió.
Progresos y decepciones
El fútbol femenino no se reduce ya a sus bastiones tradicionales norteamericanos o de Europa del norte: el Mundial estuvo marcado por los progresos de naciones más modestas, como Jamaica, Marruecos o Sudáfrica, que alcanzaron por vez primera en la fase de eliminación directa.
Esta emergencia llevó a la eliminación precoz de favoritas como Alemania, Brasil y Canadá.
La otra gran sorpresa llegó del Team USA, que llegó a Oceanía con la ambición de conquistar un tercer Mundial consecutivo. Pero las estadounidenses se estrellaron en octavos contra Suecia (0-0, 5-4 en penales).
La estadounidense Megan Rapinoe (38 años), la brasileña Marta (37 años) o la canadiense Christine Sinclair (40 años), son tres estrellas en declive que pronto darán el relevo a la nueva generación.
En efecto, el torneo dio a conocer al gran público a una nueva generación de talentosas jugadoras: la máxima goleadora del torneo, la japonesa Hinata Miyazawa (23 años), la española Salma Paralluelo (19 años), la inglesa Lauren Hemp (23 años) o la colombiana Linda Caicedo (18 años).
Estadios llenos, récords de audiencia
Cerca de 75.000 aficionados abarrotaron el Stadium Australia de Sídney para la final. La afluencia de público a los estadios fue notable desde el inicio de la competición hace un mes, sobre todo para los partidos de la coanfitriona Australia.
En Nueva Zelanda, tierra de rugby, más de 700.000 personas acudieron a los partidos, y ello en pleno invierno austral.
La derrota de las ‘Matildas’ en semifinales fue el evento más visto en televisión de la historia de Australia, con un pico de 11,5 millones de telespectadores, de una población de cerca de 25 millones.
Competición rentable, con retos
El Mundial-2023, “el más grande y el mejor de todos los tiempos”, generó más de 570 millones de dólares (520 millones de euros), según la FIFA.
El evento “nos permitió alcanzar el tope de rentabilidad”, explicó Infantino el viernes.
Y eso que hasta semanas antes del torneo no cesaron las tensiones sobre la cuestión de los derechos de televisión, que en numerosos países tardaron en encontrar difusor.
La FIFA también triplicó las dotaciones respecto a la edición 2019 en Francia, con 152 millones de dólares en premios, diez veces más que en el Mundial-2015 en Canadá, aunque sigue siendo inferior al de los hombres para el Mundial de Catar (440 millones de dólares).