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Rápidamente a Cerro Porteño se le hizo cuesta arriba un partido que antes del inicio ya tenía su complicación natural; la altura de La Paz.
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En una desatención defensiva, en la que nadie siguió la marca, el Bolívar abrió el marcador a través de Villamil. Ronnie Fernández cabeceó solo, Jean Fernandes desvió el balón, pero en el rebote el delantero celeste no perdonó mientras los vestidos de rojo solo atinaron a observar.
El gol causó un efecto raro en el desarrollo del juego. Porque a partir de ese momento el Ciclón se adelantó más, tuvo control del esférico y generó aproximaciones interesantes.
Federico Carrizo fue el que se mostró más participativo. El volante argentino tomó la responsabilidad de generar juego, pero el inconveniente siempre estuvo en la terminación de las mismas. Un pase muy fuerte o muy corto siempre conspiraron cada vez que el conjunto de barrio Obrero llegaba a puertas del área rival.
La propuesta del conjunto boliviano sorprendió bastante. Uno hubiera esperado que tras el gol vaya encima de su rival para buscar el segundo, pero fue todo lo contario. Retrocedieron líneas y cedieron terreno, nunca presionaron para tratar de asfixiar a los hombres de Cerro Porteño que intentaron trasladar el balón. Es más, en ocasiones les permitieron llegar hasta el borde del área grande y ahí recién intentaban robar el balón.
Eso si, cuando recuperaban posesión, salían rápido buscando ocupar los espacios que quedaban, pero no lograron volver a lastimar de gravedad a la zona defensiva rival.
El inicio de la complementaria trajo consigo otro golpe durísimo para el equipo azulgrana. Nuevamente un centro cruzado terminó en la cabeza de Chávez y en esta ocasión la resistencia de Jean no fue suficiente.
Después del segundo gol el trámite volvió a parecer al del primer tiempo. Con el equipo de Facundo Sava teniendo el balón y los bolivianos realizando marcas zonales, sin presionar y esperando algún error de su rival para poder salir rápido de contra.
Los avances ofensivos del cuadro azulgrana nunca encontraron la forma de hacer daño verdadero a su rival. El cuadro paraguayo controló y manejó bien el balón hasta el borde del área, sitio donde se topó con un frontón imposible de lastimar.
En los minutos finales los locales tuvieron chances de ampliar la diferencia, pero tampoco fueron certeros.