Cargando...
Paraguay ya había quedado eliminado en los octavos por la misma Inglaterra. En la siguiente ronda, en el camino de los europeos apareció la Argentina de Diego Armando Maradona, que días antes, en la ciudad de Puebla, había superado por 1-0 a Uruguay en el clásico del Río de la Plata. El 22 de junio, en el mítico estadio Azteca, argentinos e ingleses, con restos de la Guerra de las Malvinas de 1982, disputaban ahora, en un campo de fútbol, el boleto a las semifinales de una Copa del Mundo.
Ciudad de México. El Azteca repleto. Calor, humedad y hora del show, una obra que viaja en el tiempo y que año tras año, rejuvenece, sorprende, gusta, hipnotiza y encanta. De remera azul y los cortos de color negro. El 10 en la espalda. La primera escena, “La Mano de Dios”, la segunda, para un final en el que el público continúa aplaudiendo de pie, el mejor gol en la historia de los mundiales. Maradona recibe en propio campo, gira y el resto... es historia pura.
Fueron 52 metros en 10 segundos, cinco rivales por el camino, incluyendo al portero, y gol. El 2-0 parcial de un partido que hasta derrota al recuerdo de la final contra Alemania y la conquista del torneo de selecciones más importante del planeta. Arriba, en un sector del estadio, dos paraguayos fueron testigos envidiables de aquella jornada. Carlos Alberto Gómez y Julio del Puerto transmitieron para todo el país, a través de Radio 1° de Marzo, el arte de Maradona.