“Gracias a esa herencia (...) nuestro país dispone de algunas de las mejores infraestructuras de todo el continente” , resume en una entrevista concedida a la AFP. Como símbolo, el patrón de la Federación Sudafricana de Fútbol (SAFA) ha instalado su oficina en el famoso estadio en forma de calabaza construido junto al ’township’ de Soweto, en Johannesburgo, escenario de la final de 2010 en la que España logró su único título al derrotar a Holanda por 1-0 con un gol de Andrés Iniesta en la prórroga.
Seis de los estadios en los que se disputaron los 64 partidos de la competición, casi la mitad, entre ellos el famoso FNB Stadium, antes Soccer City, fueron especialmente construidos para la ocasión. Excepto uno solo, el de Rustenburg (noroeste) todos estos estadios siguen albergando partidos de fútbol o rugby, incluidos encuentros femeninos.
“El resultado es que hoy contamos con más de 400.000 mujeres que juegan al fútbol”, se felicita Danny Jordaan, añadiendo que en los últimos diez años ha aparecido toda una nueva generación de mujeres árbitras y entrenadoras. Su liga femenina se enorgullece de sus 144 equipos y sus 2.800 jugadoras. En cuanto a la selección nacional, las Banyana Banyana, han entrado en el Top 50 de la clasificación de la FIFA.
Diez años más tarde, el presidente de la SAFA se sorprende aún de que hubiese tenido que pasar tanto tiempo para que África fuera elegida para organizar su primer evento futbolístico planetario. “La duda se había inculcado en los espíritus que los africanos y África no tenía la capacidad de entregar a tiempo las infraestructuras”, analiza, antes de criticar que “de hecho aún no nos hemos librado de este afro-pesimismo”.
’El continente del futuro’
Pero el país cumplió. Después de seis años de trabajos hercúleos y una pesada factura de 1.900 millones de dólares, los metros, las líneas ferroviarias, las carreteras e infraestructuras de telecomunicaciones estuvieron todas a punto para el inicio de la competición, el 11 de junio de 2010.
“Después de 2010, África se ha convertido en un destino para el turismo y las inversiones”, asegura Danny Jordaan, recordando que el muy poderoso Foro Económico Mundial se ha reunido allí en dos ocasiones. “Del continente sin esperanza, África se convirtió en el de las oportunidades, el del futuro. Actualmente, nadie puede ignorar ya a África”, estima. “Ser africano y de clase mundial ya no es contradictorio” .
“Nunca más aceptaremos que nos presionen con la rodilla en el cuello”, insistió en alusión al movimiento de protesta planetario tras la muerte de George Floyd, un afroamericano ahogado por un policía blanco de Mineápolis durante su detención. Si tuviese que poner un pero en “su” Mundial, Jordaan citaría el escaso éxito entre el público extranjero de las famosas vuvuzelas, esas largas trompetas de plástico: “A los europeos no les gustaba su sonido, que lo comparaban al de un enjambre de abejas enfadadas” .
Más que del ruido ensordecedor de las vuvuzelas, Danny Jordaan prefiere acordarse del clamor con el que fue recibido, el día de la final, el primer presidente negro del país, Nelson Mandela, fallecido en 2013. “Estaba ya débil y enfermo, pero insistió por estar allí”, recuerda emocionado el jefe de la SAFA. “Fue su última aparición en público”.