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La Copa Libertadores tiene guardada una serie de hazañas. Una de ellas fue hace doce años. En el mítico estadio Maracaná, el América de México realizaba lo que parecía un imposible en los pronósticos. Siete días antes de la histórica noche en Brasil, las Águilas caían en el Azteca 4-2 contra el Flamengo por la ida de los octavos de final del certamen continental. El Crema, que disfrutaba de Salvador Cabañas, quedó con sangre en los ojos. No solo por la derrota, sino que acumulaba sed de revancha después de perder la final de la Copa Sudamericana en 2007 ante Arsenal de Sarandí.
Río de Janeiro, 7 de mayo de 2008. El delantero guaraní y compañía soñaban dar vuelta la serie y pegar el batacazo: para eso necesitaban ganar 3-0. El resto, pensaba que la vuelta sería un mero trámite para el Mengao. Pero aquel día quedó en la historia. Guillermo Ochoa desvió cada pelota de gol del local y sostuvo el cero para del otro lado un paraguayo sea el protagonista del show. A los 20 minutos, Cabañas abría el marcador. A los 38′, Enrique Esqueda aumentó la diferencia y dejó a los mexicanos al borde de la clasificación. Los 47.115 hinchas que estaban en el estadio no podían creer lo que por entonces estaba ocurriendo.
Restaban cuarenta y cinco minutos. Flamengo estaba a un gol para dejar de sufrir, mientras que un tanto separaba al América del boleto a la siguiente ronda. A los 77′, cuando quedaban doce para el final, Cabañas recibió una final fuera de la área. El ex-12 de Octubre, que había jugado en el Chiapas antes de llegar al América, no dudó en rematar directo al arco a pesar de la distancia. El balón salió despegado del pie derecho del atacante, no tomó altura, pero en el camino tuvo un desvío que sentenció el destino de los mexicanos y brasileños. La pelota cambió la dirección original, descolocó al arquero e ingresó para el 3-0 final. ¡América estaba en cuartos!
El camino de Cabañas hacia el título más valioso del continente terminó en las semifinales ante la Liga Deportiva Universitaria de Quito, que finalmente conquistó el trofeo. Pero aquella edición tuvo al guaraní en su máximo esplendor y siendo goleador con Marcelo Martins, con 8 anotaciones cada uno.