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El vuelo chárter 2933 de LaMia partió del aeropuerto Internacional Viru Viru de Bolivia con destino a la estación aérea José María Córdova de Colombia. El 28 de noviembre de 2016, pasada las 22:00, la aeronave se estrelló dejando como saldo 71 muertos y seis sobrevivientes que fueron parte del equipo brasileño Chapecoense, que viajó para jugar la final de la Copa Sudamericana frente al Atlético Nacional.
Casi dos años duró la investigación que determinó las causas de la caída del avión: falta de combustible, negligencia en la autorización del plan de vuelo y la no declaración de emergencia a tiempo.
¡Vectores señorita! ¡Vectores!, fue parte de la última conversación que tuvo la tripulación del vuelo de LaMia con la controladora aérea, que relata cuál fue su mayor temor desde aquel momento. Yaneth Molina, junto a su esposo, lanzaron un libro titulado “Yo también sobreviví”, en el que expone un antes y después del fatídico vuelo.
-¿Cómo recuerda la noche en que se dio la tragedia?
- El turno fue algo rutinario. Pero horas más tarde fui notificada de una aeronave low cost (bajo costo) que solicitó proceder a RNG por un problema de combustible. Posteriormente, se fueron comunicando otras aeronaves dentro de las cuales estaba la aeronave de LaMia. Quiero dejar en claro que la aeronave de low cost no tuvo nada que ver con el accidente de la aeronave boliviana. En el llamado del avión de LaMia fueron instrucciones normales que colacionó la tripulación sin ningún tipo de reporte extraño. Y minutos más tarde, aproximadamente un minuto antes del accidente, la aeronave LaMia reporta la emergencia. Lastimosamente, la información suministrada por la tripulación no fue eficiente y la situación fue apremiante, que no permitió darle un buen final a este episodio. Debo ratificar que los procedimientos y mi experiencia permitieron que otras aeronaves que estaban bajo mi control estuvieran seguras, ya que la afectación hubiese sido catastrófica.
-A tres años del accidente ¿cómo se siente?
- Me siento tranquila por el deber cumplido, pero también me siento nostálgica y triste con las familias que perdieron a sus seres queridos y, sobre todo, con interrogantes. Por qué la tripulación no hizo el reporte del inconveniente a bordo a tiempo al control aéreo. Si lo hubiesen notificado, hoy sería otra la historia.
-¿Cómo cambió su vida esta tragedia?
- En lo personal, mi vida dio un giro total. Decidí no dejar este episodio en un escritorio; decidí contar mi experiencia y llevar un mensaje de resiliencia. De cómo podemos superar todos los obstáculos que nos coloca la vida y, sobre todo, darle la vuelta a los eventos traumáticos y convertirlos en fortalezas. A través de conferencias, hago un llamado a todos los actores del sector aeronáutico para que accidentes como este nunca más se vuelvan a repetir. Debemos tener compromiso, responsabilidad y mucha pasión por lo que hacemos, porque en nuestras manos están las vidas de cientos de pasajeros que confían en nosotros y, por tanto, debemos hacer gala de nuestro profesionalismo. Administrar el espacio aéreo es una responsabilidad es grande.
-¿A partir de allí, cuál fue su mayor temor y cómo lo superó?
- No quería terminar como Peter Nielsen. Tengo dos hijos. Uno de ellos es piloto y, durante esos minutos que transcurrieron en el evento del 28 de noviembre, siempre pensé en mi hijo. Y así es... las aeronaves para nosotros los controladores son nuestros hijos. No queremos que nada les pase y nos preparamos y trabajamos para ello. Para ser efectivos en nuestro trabajo. Y con respecto al controlador Peter, no quería yo pasar por un episodio así. En principio, quise renunciar a todo e irme. Pero analizando mi situación y con la ayuda de mi familia, decidí que enfrentar y contarle al mundo que había efectuado un buen trabajo era mi deber. Pero confieso que tuve miedo y no quería terminar igual que mi colega, ya que recibí muchas amenazas de personas que desconocen totalmente cuál es nuestra profesión y la función que ejercemos
(Peter Nielsen es el controlador aéreo que fue asesinado por uno de los familiares de las víctimas del accidente del lago de Constanza en julio del 2002, cuando colisionaron dos aviones. La película Aftermath está basada en esta historia).
-Hubo muchos cuestionamientos sobre el audio que arrojó la caja negra...
- Con respecto a los cuestionamientos, debo decir que me siento tranquila porque el trabajo fue bien realizado de acuerdo a los procedimientos y la normatividad. Aquí se cumplieron con todos los protocolos para enfrentar eventos como el de LaMia. Además, no podemos olvidar que esta investigación fue realizada por cinco países, que confirmaron que la responsabilidad fue totalmente de la tripulación de la aeronave.
-¿Cuán difícil es administrar el espacio aéreo con aeronaves en emergencia?
- Ya en la escuela de entrenamiento, mediante el uso de los simuladores, nos preparan para afrontar este tipo de eventualidades, con herramientas, normativas, estrategias y procedimientos. Asimismo, a través de la experiencia se adquiere el criterio para enfrentar este tipo de emergencias. En mi caso nunca había afrontado un episodio de este calibre. Esa noche (del accidente) hubo dos aeronaves (en emergencia), una de bajo costo y la otra de LaMia. Tanto la experiencia como los conocimientos los puse al servicio de esas aeronaves para evitar un desenlace peor. Con la de LaMia, lastimosamente, la tripulación no notificó a tiempo y no reportó realmente el inconveniente que estaba teniendo a bordo.
-Se dice que en el mundo aeronáutico gran parte de los accidentes ocurren por fallas humanas. ¿Qué le sorprendió de este?
- Me sorprendió por parte de la tripulación que, pese a que tenían una amplia experiencia en el sector aéreo, hayan cometido un error tan básico como fue el de no aprovisionarse de combustible.
-¿Cuántos años de experiencia llevas en el sector aeronáutico? ¿Reanudaste o no tu labor?
- Tengo 25 años de experiencia como controladora de tránsito aéreo. Sigo con la misma labor y también doy conferencias. (Retomó su trabajo al mes y medio del accidente, según cuenta.) Mi hermano también fue controlador aéreo. Es un sector que me apasiona.
-¿Se alejó totalmente de las redes sociales y amigos en algún momento?
- Pues, en un principio y con el fin de recuperarme de este evento tan traumático, solo quise sumergirme en mi familia. Mi esposo, mis hijos y toda mi familia me dieron su total respaldo. Y, obviamente, mis amigos, quienes siempre estuvieron conmigo. También quise irme del país, pero toda esta situación no me alejó del mundo porque siempre estuve muy segura que lo que hice y lo hice bien. Hice todo lo humanamente posible y técnicamente obligatorio.
- ¿Cuál es el mensaje que deseas dejar?
- El que doy a través de las conferencias y que la actividad que realicemos siempre se haga con compromiso y pasión. Hace un mes estuve en Chile como invitada del Colegio de Controladores aéreos donde conté mi experiencia tanto a los colegas como a la nueva generación de pilotos. Allí ratificaba mi compromiso de dar conocer todo el episodio sobre LaMia y mostrar cómo nosotros somos responsables de cientos de vidas que cruzan por nuestras manos y que no podemos caer en errores o fallar en los protocolos de seguridad. Nosotros somos garantes de cientos de pasajeros que confían en nuestra labor como controladores aéreos. Debemos recordar que nosotros los controladores somos los ojos de pilotos en tierra.