Año 1957, Francisco Miranda iniciaba una etapa trascendente en su vida futbolera. Llegado del valle del estupendo Quemil Yambay (músico) y de los hermanos Alcides y Flaminio Sosa, extraordinarios futbolistas. Francisco no podía defraudar y por esas cosas que tiene la vida, fui a practicar en el club Oriental (Chacarita), donde jugué un año, quedando fichado definitivamente. Luego decidí esperar dos años y quedar libre, historia. Esto le ha ocurrido a muchos futbolistas, quedando truncada la carrera de algunos, pero el incansable Miranda tenía otro objetivo: Triunfar en el fútbol. En ese año 57, la selección paraguaya se clasificaba por vez primera para ir a un Mundial (Suecia 1958), sin ser invitado como lo fue en 1930 (Uruguay) y 50 (Brasil) respectivamente; los Casco (+), Noceda, Mayeregger (+), arqueros estos (Casco no viajó, en su reemplazo lo hizo Samuel Aguilar que luego sería el titular en Suecia), junto a Arévalo, Lezcano, Achucarro, Villalba, Agüero, Enrique y Angel Jara Saguier, Aguilera (+), Amarilla el que le hizo tres goles a Uruguay en el Defensores del Chaco, en aquel 5-0 y otras hermosas situaciones, que se vivió en ese entonces, deportivamente.
Eso hizo que los jóvenes como Miranda no claudicaran y fue un estímulo para nuestro balompié.
AL KELITO Y AL AZULGRANA CICLÓNICO DE ESA ÉPOCA
Cuando quedó liberado mi pase, jugué durante un par de temporadas por el Silvio Pettirossi, de donde pasé a Ríver Plate, recuerda. Con el Kelito empezaría a trascender por sus innegables condiciones, para jugar en cualquier puesto; por su estupenda condición física, en donde junto a Arsenio Valdez y otros conformaron un onceno inolvidable para la hinchada, siendo el año 1965 uno de los mejores momentos futbolísticos de ese club, afirma. Eso le sirvió para que Cerro Porteño, campeón 1966, requiriera su concurso y desde 1967 hasta el 70, cuando aparecieron los carasucias ciclónicos (1968), compartiera esos años de grandeza futbolística azulgrana. Los Santamaría, Gavilán, Enciso y Mendoza, en esa línea defensiva impasable. Los Miranda, también Jacquet, Jara Saguier, el estupendo Arrúa en el mediosector y adelante, Miguel Angel Sosa, la Aplanadora Hugo González y el imparable Taladro Irala, que luego estarían acompañados de Bareiro, el Muñeco Osorio, Adalberto Escobar y otros, que irrumpieron de una camada magistral e inolvidable para la hueste azulgrana.
Yo estoy feliz de haber formado parte de ese gran equipo, aclara Miranda, como queriendo retroceder por el túnel del tiempo y volver a mostrar esa película a los jóvenes que solamente lo escuchan de la boca del abuelo o del papá. Es una lástima que Cerro Porteño esté como está ahora, nos dice.
Pero eso es harina de otro costal y retornamos, para llegar a ese tricampeonato, en donde este comodín incansable y humilde, peón del mediosector, brilló por esas condiciones que tuvo y pudo estar también con otros monstruos que compartieron ese tricampeonato.
UN ADIÓS LIBERTEÑO
Ya en su último año, Miranda probó en el albinegro de Tuyucuá, quedando atrás los hermosos recuerdos del Kelito y la más grande que vivió junto al Ciclón de barrio Obrero.
Fue un ejemplo de compañerismo y un darse íntegro, en su condición de futbolista. Probablemente pasó desapercibido, porque no hacía goles o no poseía esa técnica envidiable de otros. Pero su temperamento y excelente preparación atlética hicieron que fuera uno de los mejores marcadores y comodines que tuvo el fútbol paraguayo. O si dudan, pregúntenle a esos maestros que dio nuestro balompié, si alguna vez Francisco Miranda les dejó hacer su juego, como estaban acostumbrados a hacerlo.
ALGO MÁS PARA CONTAR
Francisco Miranda Agüero nació en la ciudad de Caraguatay el 21 de agosto de 1941. Casado con Luciana Estigarribia. Sus hijos son: Angela Hortensia y Vilma Beatriz. Nietos: William, Milton, Rosa y Elías.
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Inicio: Club Oriental, de la Chacarita (1957). Otros clubes: Silvio Pettirossi, del barrio Republicano, Ascenso (1960 al 62); Ríver Plate, del barrio Mburicaó (1963 al 65 y 72); Cerro Porteño (1967 al 70 y 72 al 74), General Caballero, de Zeballos Cue (1971) y Libertad (1975).
***
Selección paraguaya: Eliminatoria para el Sudamericano de Uruguay 1967 (hoy Copa América), ante Ecuador. Debut en Guayaquil (2-2) partido ida y vuelta (3-1). La Albirroja alistó a estos jugadores: Villanueva, Patiño (+), Ricardo González (fallecido hace poco en España), Antonio Insfrán, Vicente Bobadilla, Francisco Miranda, Benigno Apodaca, Juan Carlos Rojas (ex 7 azulgrana fallecido en Itacurubí de la Cordillera, en un accidente automovilístico), Arsenio Valdez, Antonio González (dos maestros del fútbol por su juego) y Celino Mora (actualmente en Venezuela). Fueron goleadores en el primer partido Juan Carlos Rojas (+) y Benigno Apodaca (ex Libertad y Olimpia). Se jugó el 21 de diciembre de 1966. Con un empate y el triunfo en Asunción (28-XII-66), la selección viajó a Montevideo, iniciándose el campeonato el 18 de enero del 67, jugando Francisco Miranda los cuatro primeros partidos, faltando solamente en el último.
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Títulos: Club Cerro Porteño (1970, 72, 73 y 74 tricampeón)
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Característica: Volante tapón y comodín para cualquier equipo. De marca pegajosa e incansable (podemos preguntarles al maestro Valdez o al Tony Ferreira). Estatura: 1,68 m. Peso: 68 kilo.
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Actualidad: Hace 19 años que estoy trabajando en el Palacio de Justicia, como coordinador de limpieza, afirma.
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¿Tu mejor momento deportivo?: En Ríver Plate (1965) y con Cerro Porteño en los años 70, 72, 73 y 74, enumera esos años, en que se consiguieron campeonatos (posiblemente en la mejor época azulgrana). Miranda era el comodín infaltable.
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¿Un jugador que te costó marcarle?: El ecuatoriano Bolaños (+) (hábil y muy técnico), puntualiza.
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Francisco Miranda truncaba todo sistema táctico de los grandes equipos, que tenían a figuras fundamentales, al aplicarle esa marca implacable, individual, desbaratando y anulando al hombre importante.
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¿Una anécdota azulgrana?: Luego de un partido nos dirigimos a la concentración, como era costumbre. El técnico Marcos Pavlowski era tan detallista que no se le escapaba una. Esa noche decidí escaparme. En un momento se me acercó y me habló en portugués, yo no entendía nada -comenta sonriendo- y me quise hacer del vivo y le respondí, ¡sí!. Recuerdo que Gavilán estaba cerca y sonrió (él entendió lo que me dijo). En ese instante se truncó mi mala idea, porque no se despegó de mí y no pude escaparme. Es que cuando uno es joven comete estas cosas, sin darse cuenta, afirma. Esa noche, Francisco Miranda, no pudo con la marca implacable y pegajosa de Marcos Pavlowski.
Eso hizo que los jóvenes como Miranda no claudicaran y fue un estímulo para nuestro balompié.
AL KELITO Y AL AZULGRANA CICLÓNICO DE ESA ÉPOCA
Cuando quedó liberado mi pase, jugué durante un par de temporadas por el Silvio Pettirossi, de donde pasé a Ríver Plate, recuerda. Con el Kelito empezaría a trascender por sus innegables condiciones, para jugar en cualquier puesto; por su estupenda condición física, en donde junto a Arsenio Valdez y otros conformaron un onceno inolvidable para la hinchada, siendo el año 1965 uno de los mejores momentos futbolísticos de ese club, afirma. Eso le sirvió para que Cerro Porteño, campeón 1966, requiriera su concurso y desde 1967 hasta el 70, cuando aparecieron los carasucias ciclónicos (1968), compartiera esos años de grandeza futbolística azulgrana. Los Santamaría, Gavilán, Enciso y Mendoza, en esa línea defensiva impasable. Los Miranda, también Jacquet, Jara Saguier, el estupendo Arrúa en el mediosector y adelante, Miguel Angel Sosa, la Aplanadora Hugo González y el imparable Taladro Irala, que luego estarían acompañados de Bareiro, el Muñeco Osorio, Adalberto Escobar y otros, que irrumpieron de una camada magistral e inolvidable para la hueste azulgrana.
Yo estoy feliz de haber formado parte de ese gran equipo, aclara Miranda, como queriendo retroceder por el túnel del tiempo y volver a mostrar esa película a los jóvenes que solamente lo escuchan de la boca del abuelo o del papá. Es una lástima que Cerro Porteño esté como está ahora, nos dice.
Pero eso es harina de otro costal y retornamos, para llegar a ese tricampeonato, en donde este comodín incansable y humilde, peón del mediosector, brilló por esas condiciones que tuvo y pudo estar también con otros monstruos que compartieron ese tricampeonato.
UN ADIÓS LIBERTEÑO
Ya en su último año, Miranda probó en el albinegro de Tuyucuá, quedando atrás los hermosos recuerdos del Kelito y la más grande que vivió junto al Ciclón de barrio Obrero.
Fue un ejemplo de compañerismo y un darse íntegro, en su condición de futbolista. Probablemente pasó desapercibido, porque no hacía goles o no poseía esa técnica envidiable de otros. Pero su temperamento y excelente preparación atlética hicieron que fuera uno de los mejores marcadores y comodines que tuvo el fútbol paraguayo. O si dudan, pregúntenle a esos maestros que dio nuestro balompié, si alguna vez Francisco Miranda les dejó hacer su juego, como estaban acostumbrados a hacerlo.
ALGO MÁS PARA CONTAR
Francisco Miranda Agüero nació en la ciudad de Caraguatay el 21 de agosto de 1941. Casado con Luciana Estigarribia. Sus hijos son: Angela Hortensia y Vilma Beatriz. Nietos: William, Milton, Rosa y Elías.
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Inicio: Club Oriental, de la Chacarita (1957). Otros clubes: Silvio Pettirossi, del barrio Republicano, Ascenso (1960 al 62); Ríver Plate, del barrio Mburicaó (1963 al 65 y 72); Cerro Porteño (1967 al 70 y 72 al 74), General Caballero, de Zeballos Cue (1971) y Libertad (1975).
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Selección paraguaya: Eliminatoria para el Sudamericano de Uruguay 1967 (hoy Copa América), ante Ecuador. Debut en Guayaquil (2-2) partido ida y vuelta (3-1). La Albirroja alistó a estos jugadores: Villanueva, Patiño (+), Ricardo González (fallecido hace poco en España), Antonio Insfrán, Vicente Bobadilla, Francisco Miranda, Benigno Apodaca, Juan Carlos Rojas (ex 7 azulgrana fallecido en Itacurubí de la Cordillera, en un accidente automovilístico), Arsenio Valdez, Antonio González (dos maestros del fútbol por su juego) y Celino Mora (actualmente en Venezuela). Fueron goleadores en el primer partido Juan Carlos Rojas (+) y Benigno Apodaca (ex Libertad y Olimpia). Se jugó el 21 de diciembre de 1966. Con un empate y el triunfo en Asunción (28-XII-66), la selección viajó a Montevideo, iniciándose el campeonato el 18 de enero del 67, jugando Francisco Miranda los cuatro primeros partidos, faltando solamente en el último.
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Títulos: Club Cerro Porteño (1970, 72, 73 y 74 tricampeón)
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Característica: Volante tapón y comodín para cualquier equipo. De marca pegajosa e incansable (podemos preguntarles al maestro Valdez o al Tony Ferreira). Estatura: 1,68 m. Peso: 68 kilo.
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Actualidad: Hace 19 años que estoy trabajando en el Palacio de Justicia, como coordinador de limpieza, afirma.
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¿Tu mejor momento deportivo?: En Ríver Plate (1965) y con Cerro Porteño en los años 70, 72, 73 y 74, enumera esos años, en que se consiguieron campeonatos (posiblemente en la mejor época azulgrana). Miranda era el comodín infaltable.
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¿Un jugador que te costó marcarle?: El ecuatoriano Bolaños (+) (hábil y muy técnico), puntualiza.
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Francisco Miranda truncaba todo sistema táctico de los grandes equipos, que tenían a figuras fundamentales, al aplicarle esa marca implacable, individual, desbaratando y anulando al hombre importante.
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¿Una anécdota azulgrana?: Luego de un partido nos dirigimos a la concentración, como era costumbre. El técnico Marcos Pavlowski era tan detallista que no se le escapaba una. Esa noche decidí escaparme. En un momento se me acercó y me habló en portugués, yo no entendía nada -comenta sonriendo- y me quise hacer del vivo y le respondí, ¡sí!. Recuerdo que Gavilán estaba cerca y sonrió (él entendió lo que me dijo). En ese instante se truncó mi mala idea, porque no se despegó de mí y no pude escaparme. Es que cuando uno es joven comete estas cosas, sin darse cuenta, afirma. Esa noche, Francisco Miranda, no pudo con la marca implacable y pegajosa de Marcos Pavlowski.