El gran y extraordinario Arsenio Pastor Erico, "El Saltarín Rojo"

Arsenio Pastor Erico nació el 30 de marzo de 1915. Año en que Cerro Porteño y Olimpia llegaban a la final del torneo con 12 puntos cada uno, dejando atrás a Guaraní (11), Sol de América (10), Nacional (9) y Ríver Plate con 6. Los otros equipos participaban en la Liga (disidente) Centenario, por eso tan pocos competidores. Cerro Porteño fue el campeón, jugando dos partidos ante su clásico rival, por lo que consiguió el mote de "Ciclón" en ese campeonato, al derrotar al Olimpia por 7-4 en el segundo encuentro (el primero habían empatado 1-1) que finalizó 4-4 y jugaron un alargue, en el que el azulgrana marcó tres más.

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Pasados unos años, Arsenio Erico empezaba a darle al balón en el Colegio Salesianito del barrio Vista Alegre de Asunción, cuando a los 16 años de edad decidió vestir la casaca alba de la Academia, el Nacional FBC, y al llegar la Guerra del Chaco contra Bolivia decidió enrolarse y viajar con la selección de la Cruz Roja Paraguaya, que busca recaudar fondos para esos héroes que defendieron nuestra heredad chaqueña. Allí empezó a dar rienda suelta al fútbol arte, innato, impredecible que había en él. La magia de su fútbol gustó al presidente del Independiente de Avellaneda (de la Argentina) y prontamente lo contrataron.

En el balompié argentino empezó a desparramar su magia incontenible con el balón en los pies, deslumbrando por su agilidad felina, su dominio del cuerpo, sus saltos impresionantes y los goles espectaculares, fuese con la cabeza, la zambullida, la media chilena, el taco impresionante o la caricia suave con el pie, para descolocar a los mejores arqueros (no era un cañonero). Dicen de él: "Permanentemente parecía que estaba por caer al suelo, pero la pelota seguía atada a sus pies. Había en él un equilibrio antinatural, según los azorados de la época, como si un marionetista invisible condujera su tránsito con hilos de viento".

La fama de Erico empezó a crecer en el difícil y exigente fútbol argentino y los goles del Saltarín Rojo eran el comentario de todos los lunes, en los cafés y en las calles. Fueron 373 goles para uno de los máximos goleadores de la Argentina. Llegó a jugar 425 partidos, 293 oficiales y 80 amistosos. Lastimosamente no pudo integrar nuestra selección (en esa época no se estilaba reforzar con los "extranjeros" como ahora). Arsenio Erico, al alejarse del fútbol, se hizo técnico y vino a dirigir a su querido Nacional y Sol de América, también lo hizo por el Flandria argentino.

Fue el más grande que dio nuestro fútbol y brilló con luces propias con el rojo de Avellaneda. Queremos describirle su ficha técnica: "Goleador elegante, fundamental cabeceador, de notable habilidad para los espacios cortos, sin potencia en el remate, se lo recuerda justamente por eso: sus goles nacían de la belleza de su amago dentro del área. Muy bien dotado físicamente, comunitario, imborrable sello de gol e imprescindible para el recuerdo de los grandes dueños del área en todas las épocas".

Sí, amigos, esta es la ficha técnica el gran Arsenio Erico, un jugador paraguayo que rompió el molde y fue admirado por propios y extraños. El "duende" de Avellaneda, el que nació en el humilde Barrio Obrero de Asunción del Paraguay. Hoy hubiera cumplido 90 años, pero se fue el 23 de julio de 1977. Falleció en Buenos Aires, lejos de su patria querida, de su Salesianito, de su Nacional, del seleccionado de la Cruz Roja y de esos héroes que ofrendaron su vida en el Chaco por nuestro querido Paraguay.

El que vistió de frac y galera el fútbol arte dejaba sumidos en tristeza a los grandes amigos que tuvo en Avellaneda, a propios y extraños que lo aplaudieron en esos domingos inolvidables, por su notable fútbol, por su magia con el balón y sus goles espectaculares.

Arsenio Erico fue grande y siempre estará en los corazones de los que gustan del fútbol. ¡El Saltarín Rojo inolvidable!

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