Cumplirá 50 años el 3 de enero, pero su estado de salud sigue siendo un misterio. El secreto es total, guardado férreamente por su familia y su agente Sabine Kehm. Las fugas de información han sido muy contadas y no hay partes médicos. Por ello cualquier comentario de un miembro de su familia o de un visitante destacado a Suiza, a su lujosa casa medicalizada a orillas del lago Leman, dispara las especulaciones en la prensa y las redes sociales.
Recientemente hubo dos ejemplos, poco antes del quinto aniversario del accidente en Meribel, el lugar en el que ’Schumi’ quedó en coma al golpearse la cabeza contra una roca, en una salida de pista que le costó muy cara.
Rolf Schumacher, su padre, declaró en noviembre al Daily Mail que el traslado de su hijo a la isla española de Mallorca no se iba a realizar. No dijo mucho al periódico británico, pero los responsables del mismo entendieron, acertadamente o no, que Michael ya no necesitaba asistencia respiratoria, algo que no se pudo verificar.
A principios de diciembre, Jean Todt, presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y expatrón de Schumacher en Ferrari, indicó al Bild que había pasado a verle a Suiza cuando se disputaba el Gran Premio de Brasil.
Aunque el gran campeón alemán ya no esté en coma, técnicamente según reputados neurólogos, sigue en un estado vegetativo que nadie se atreve a valorar públicamente. ¿Pasa más tiempo en la cama o sentado en un sofá? Solo su familia y las personas más cercanas lo saben.
Todo lo demás son suposiciones, rumores, deseos o concesiones a la imaginación. Mientras Schumacher continúa apartado del mundo, la Fórmula 1 sigue dando vueltas al circuito con Ferrari y Mercedes, dos escuderías ligadas a la carrera del alemán, como dos de las protagonistas.
Ferrari es sobre todo especial para él. La Scuderia no ha ganado el título mundial desde 2007 (pilotos) y 2008 (constructores). El equipo italiano va a recordar dignamente a Schumacher en el año de su 50 cumpleaños, ensalzando las cinco veces que le dio el título mundial (de 2000 a 2004), por lo que ha preparado una exposición en Maranello, su sede histórica.
Esa muestra se abrirá el 3 de enero en el Museo Ferrari y llevará como nombre ’Michael 50’. Mientras tanto, Mercedes, la última escudería de Schumacher en la F1 (de 2010 a 2012), continuará preparando su campaña de 2019, impulsada por sus diez títulos mundiales consecutivos (pilotos y constructores) desde 2014, gracias a Nico Rosberg y a Lewis Hamilton, ese último cinco veces campeón mundial desde este 2018.
Alcanzar a Schumacher, después de haber dejado atrás a Alain Prost y Ayrton Senna, es el gran reto que tiene Hamilton, a sus 33 años. “¿Quién sabe si tendré todavía la oportunidad de ganar en el futuro? En todo caso, voy a hacer todo lo posible para lograrlo”, promete.
Schumacher logró 91 victorias y Hamilton lleva 73, por lo que todavía le queda camino. Para llegar a los siete títulos mundiales del alemán le quedan dos. Uno de los rivales de Hamilton en la categoría reina del automovilismo en los próximos años podría ser un Schumacher: Mick, de 19 años, que esquiaba con su padre aquel 29 de diciembre de 2013 en Meribel y que quiere emular a su progenitor.
Mick Schumacher se aproxima al sueño de la F1: es campeón de Europa de F3 y el próximo año correrá en la F2, una antesala para dar el gran salto. Como “hijo de”, hay ejemplos ilusionantes para él, como los de Damon Hill, Jacques Villeneuve o Nico Rosberg, todos ellos campeones del mundo.
La eventual llegada a la F1 de Mick Schumacher, en 2020 o 2021, sería un sueño hecho realidad para una familia que lleva cinco años enfrentada a la tragedia del más ilustre de sus integrantes.