La barcelonesa, novena en la clasificación absoluta en 2015, competirá por novena vez en el Dakar, que en esta edición se disputará íntegramente en Perú, y a tal efecto pondrá rumbo a Lima con todo el material necesario: monos, botas, cascos, gafas y otros artículos imprescindibles para afrontar esta aventura.
Laia Sanz calcula que su equipaje pesará unos 150 kilos, sin incluir el material que cada equipo oficial envía en barco meses antes a la sede del rally.
En ese peso figura toda la ropa que utilizará durante la prueba, incluyendo aquella de la que dispondrá cuando llegue al campamento tras cada etapa. Se llevará también la tablet y un libro para el largo viaje; un secador que, más allá de perseguir una finalidad puramente estética, en este caso tiene otro objetivo: "Es importante que me seque el pelo después de la ducha para evitar problemas musculares, especialmente en el cuello, donde he sufrido varias tortícolis por este motivo", explica Laia en un comunicado del equipo Red Bull.
No es el único elemento 'extraño' en la mochila de la piloto española: a pesar de los pares de botas con los que viaja, de nada le servirían a Laia si olvidara incluir en su equipaje unas plantillas. "Sufrí una lesión en el pie izquierdo y me resultaría imposible competir, estar horas y horas de pie encima de la moto, sin las plantillas. Las botas me harían demasiado daño", comenta.
Entre las novedades, Laia vestirá este año un chaleco de protección que incorpora airbag, un sistema ya implantado en la velocidad, pero inédito en el off road.
Además de la seguridad añadida, el sistema permitirá que la bolsa de aire puede deshincharse manualmente hasta en dos ocasiones, de modo que el piloto pueda continuar una etapa de manera cómoda si sufriera una caída sin consecuencias.
También viaja con suplementos alimenticios; comida casera con la que hacer las etapas un poco más cortas; rotuladores para marcar cada noche el libro de ruta con los puntos de peligro del día siguiente.
Por último, Laia volverá a llevar un recuerdo que la acompaña desde su primera participación en el Dakar: "Mi abuela me regaló esta medalla de San Antoni para que me protegiera, y nunca me olvido de llevarla conmigo. Es también una manera de tener presente a la familia", señaló.