Los guionistas de la Fórmula 1, nunca tan inspirados como esta temporada (siete victorias en siete carreras hasta Valencia, récord desde el comienzo de la competición en 1950), fueron todavía más lejos en el Gran Premio de Europa, en un puerto lleno de yates de lujo, en plena crisis española, con una manifestación de trabajadores portuarios cerca de donde se disputó el Gran Premio.
La carrera fue digna del mejor escritor de Hollywood, con los buenos de la película (Alonso, Schumacher), los villanos (Maldonado, Vergne) y los tipos con mala suerte (Vettel, Grosjean y Hamilton).
Al final de la prueba, en un podio de leyenda, el vencedor, Alonso, lloró de emoción, flanqueado por dos campeones del mundo con, precisamente Ferrari, Kimi Raikkonen y Michael Schumacher, en el orden cronológico de sus mundiales con el mítico monoplaza rojo, si finalmente Alonso logra la ansiada corona.
En esa ya mítica fotografía estaba Schumacher (Mercedes), tercero a sus 43 años, dominador de la Fórmula con siete campeones mundiales y que, después de un retiro de tres años, regresó transformado, humilde y sonriente a la categoría reina del automóvil, de la que Fernando Alonso dijo el domingo por la noche que “todo es posible hasta la última vuelta porque hay muchos factores que entran en juego”.
El campeón más reciente de los tres, el finlandés Raikkonen, coronado en 2007, último año ganador de Ferrari, se tomó un año ’casi sabático’ y se dedicó a competir en carreras de rallys, antes de regresar esta temporada a la Fórmula 1 con Lotus.
Mimado por su nuevo equipo, ’Iceman’ comenzó a hablar con los periodistas y parece que su regreso va por buen camino; el domingo hizo podio y, a pesar de la posible decepción por lograr un nuevo segundo puesto, sonrió junto a sus ilustres compañeros de cajón.
Y en lo alto, Fernando Alonso, dos veces campeón del mundo con Renault (2005 y 2006), que no ha logrado el título mundial con Ferrari, misión para la que trabaja sin descanso.
Alonso, una estrella mundial, justifica cada día, en audiencia y beneficios, la enorme inversión que hizo la escudería y su principal patrocinador, el banco español Santander, visible en miles de camisetas y polos rojos este fin de semana en el puerto de Valencia.
Más allá del carisma romántico que puede despertar un campeón vestido de rojo, están las cifras; 111 puntos y el liderato del Mundial para Alonso, único piloto que ha ganado dos pruebas en este extraño 2012.
Alonso ha prometido “luchar hasta el final” y nadie duda de que continuará con su cacería de puntos y podios hasta lograr el Mundial ’rojo’.
Y queda el productor millonario de la película, Bernie Ecclestone, que se frota las manos ante lo que viene; el próximo episodio se rodará en 15 días en Silverstone, el verdadero Hollywood de la Fórmula 1.