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Artemio Villanueva
Cuando Arsenio Erico nació (el 30 de marzo de 1915) el Barrio Obrero de Asunción pintaba todas las mañanas un alba tranquila que se iría transformando en un día blanco de reluciente sol.
Y cuando tuvo contacto con el balón, en sus primeros partidos de barrio, se fue acomodando y heredando una magia innata. Un dominio propio de su cuerpo ágil y un manejo exquisito del balón.
Y en sus primeros partidos interesantes, jugados en el Salesianito del barrio Vista Alegre, sus primeros goles ya eran el deleite de los aficionados. Como todo muchacho, incansable, jugaba dos partidos por día: uno a la mañana y otro a la tarde.
El Nacional querido lo fichó y ya brillaba con luces propias. La gambeta, el taco, la chilena, los saltos impresionantes para ganarle al férreo defensor, superándole para asestar el cabezazo certero y preciso. Porque cada gambeta, en el mano a mano, o cada salto, marcaba la diferencia con sus oponentes. Su sello peculiar era el gol. Un goleador sutil, refinado y preciso.
Un día llegó la guerra y Erico se alistó junto a otros compatriotas, no para esa pelea innecesaria, en donde cayeron miles de compatriotas. En la selección de la Cruz Roja Paraguaya cumplió, para conseguir fondos, en partidos amistosos jugados en territorio argentino. Fue la vitrina para Erico. Le vieron los del club Independiente de Avellaneda y sin pestañear lo contrataron. Ese muchacho alegre aceptó el reto y ahí con el Independiente rompería todos los moldes y se llevaría todos los elogios sobre su juego, porque ‘‘había en él algo antinatural’’ (decían los entendidos); ‘‘bailarín del fútbol portentoso de agilidad felina’’ o ‘‘cada gol del Saltarín Rojo suponía un rapto de fineza’’, y no fueron uno, sino 293 goles, que cautivaron a los que le vieron jugar.
Resulta difícil rescatar su mejor obra, que ni siquiera él se atrevía a elegir una. ‘‘La antología de sus goles: casi imprescindible en un manual del buen gusto y espectacularidad’’.
Era tan humilde que dijo: ‘‘Yo triunfé porque mi forma de jugar se adaptaba a la que se practicaba entonces’’. Pero el fútbol es arte y en Erico se desarrolló esa magia impresionante del buen jugar. ‘‘Permanentemente parecía que estaba por caer al suelo, pero la pelota seguía atada a sus pies. Había en él un equilibrio antinatural, según los azorados de la época, como un marionetista invisible condujera su tránsito con hilos de viento’’; dijo de él un periodista argentino.
Erico era un 9 perfecto. Se llenó de gloria por su juego, pero siempre conservó esa humildad y no se agrandó.
Sus juegos y goles están en el recuerdo y en las estadísticas del fútbol argentino.
Ahí hasta lo endiosaron, pero él no aceptaba todas estas loas y se anotaba como uno más. Esa fue otra grandeza que sostuvo en su andar por el fútbol.
Tantas cosas hermosas y verdaderas encierra esta rica historia.
La de este paraguayo que rompió el molde con su juego y dejó su sello peculiar en tierra Argentina, vistiendo el rojo del Independiente de Avellaneda.
Hoy recordamos al ‘‘Saltarín Rojo’’, de fútbol portentoso y ágil. Al hombre que fue de mimbre y goleador absoluto, inalcanzable en el balompié argentino.
Arsenio Pastor Erico Martínez nació en el ‘‘Barrio Obrero che vy’aha, lugar florido del Paraguay’’ y murió hace 25 años, el 23 de julio de 1977, en Buenos Aires, Argentina.
Le recordamos hoy con estas líneas, como un homenaje al que fue el abanderado del fútbol arte. Al goleador indiscutible y mejor futbolista paraguayo de todas las épocas. La historia y las estadísticas lo afirman, y no solo yo.
Gracias, ‘‘Saltarín Rojo’’, por lo que le diste al fútbol paraguayo.
LA MAGIA DEL "SALTARIN ROJO"
¡Qué se puede decir del ‘‘Saltarín’’, si ya se dijo todo!, ríos de tinta se escurrieron, mares de salivas se escaparon, gritos, llantos, locuras, ilusiones, buscando explicar las virtudes sin límites de este fenómeno del balón, con sangre y estirpe guaraní, que impactó a esta región (hoy Mercosur) y que las nuevas generaciones deben enarbolar con orgullo y admiración. Mantener la llama viva de nuestro símbolo futbolero es la tarea ciclópea que nos corresponde a todos los paraguayos, los que llevamos en la sangre al fútbol y sentimos con pasión el ‘‘ñandereko’’ y el ‘‘ñande ypykue’’ que se refleja en la vivencia del ‘‘hombre de goma’’, Don Arsenio Erico. Su vida sobre el verde césped y en torno a ella, exponemos en esta semblanza compilada.
CARACTERISTICAS DEPORTIVAS
Tremendo goleador. Extraordinario cabeceador. Salto felino. Fulgurante gambeteador. Preciosista en espacio reducido. Velocidad en corta y larga. Pícaro. Astuto. Belleza en los toques. Elegante en el dominio del balón. Fino. Con gran despliegue físico. Juego asociado y espíritu comunitario. Sus goles mágicos. Agilidad física y mental. En suma: futbolista completo, fabuloso, venido del cielo.
SIMILITUD FUTBOLISTICA
Ninguna. Incomparable, único, exclusivo, diferente, perfecto. Un iluminado.
LA FAMILIA ERICO
De ascendencia italiana, la familia Erico era nacionalófila de pura cepa. Arsenio se fichó en el club a los 12 años de edad, en 1927. Jugó en las inferiores de Nacional e intercaló con su pasión por el Salesianito, hasta debutar en primera en 1930 con tan solo 15 años. De familia futbolera, traía en sus venas el fútbol de sus ancestros.
Toda la familia Erico fue futbolista del club Nacional FC. Su padre como sus tíos (hermanos de este) fueron jugadores destacados de la Academia, desde sus inicios como entidad deportiva.
Don Guillermo Erico (padre de Arsenio) y hermanos (Juan, Gregorio y Pablo) se iniciaron con la institución misma como pioneros, cuando aún la casaca era albiverde (rayas verticales) y que fue luego reemplazada en 1923 en forma definitiva con el obsequio de los atuendos realizados por el club Nacional del Montevideo, que buscó confraternizar con sus pares del continente americano.
Los Erico de la ‘‘guardia vieja’’ jugaron desde la fundación hasta 1918 y fueron campeones con el primer título logrado por Nacional FC en 1909, rompiendo la hegemonía aborigen de entonces.
Después vino el relevo generacional y aparecieron los vástagos. Los primos hermanos de Arsenio: Enrique ‘‘Petí’’ (puntero izquierdo) y Rafael (interior izquierdo) integraron nuestros seleccionados en el torneo sudamericano (hoy Copa América) de 1921, 1922 y 1929. Además, Enrique salió campeón invicto del fútbol paraguayo con Nacional FC, en el año 1926.
Los hermanos de Arsenio: Armando y Adolfo también jugaron en Nacional FC. Cuando Arsenio fue transferido a Independiente en 1934, su lugar como delantero centro fue ocupado por Armando y como interior derecho ingresó Adolfo.
La fama de los Erico ya traspasaba la frontera. Rápidamente aparecieron interesados en ellos. Cuando Arsenio fue transferido, todos apuntaron a sus hermanos, así Adolfo fue comprado por Peñarol de Montevideo, donde jugó 3 temporadas, hasta 1939. También jugó en la selección paraguaya el sudamericano de 1937 y quedó radicado en Montevideo.
Mientras, Armando fue al San Lorenzo de Almagro, donde jugó 1 temporada, en 1938, y luego regresó a Paraguay para vivir en su casa paterna.
Observación: Arsenio Erico nunca jugó oficialmente por la selección paraguaya absoluta. ¡Qué ironía!.
DATOS PERSONALES
Nombres: Arsenio Pastor
Apellidos: Erico Martínez
Fecha de nacimiento: 30-03-1915
Lugar de nacimiento: Asunción
Nacionalidad: paraguaya
Altura: 1,75 m.
Peso: 68 kilos
Calce: 41
Puesto: centrodelantero
Pie: Ambidiestro
Padres: Guillermo Erico y Margarita Martínez.
Hermanos: Armando, Adolfo y Darío.
Estudios: a) Primaria: Escuela General Díaz.
b) Secundaria: Colegio Nacional y Colegio Natalicio Talavera.
Domicilio: (Asunción) Iturbe y 4ta. Proyectada; (Argentina) Aristóbulo Delvalle, Nº 493, Castelar, Buenos Aires. Estando en actividad y aún soltero vivió en Merlo.
Estado civil: Casado a los 45 años con Aurelia Blanco el 20 de febrero de 1960.
Gustos: Escuchar y hablar sobre música paraguaya. Leer libros y acompañar a los compatriotas sirviendo tereré.
Nombres deportivos: ‘‘El crack’’, ‘‘El Saltarín’’, ‘‘El hombre de goma’’, ‘‘El trampolín’’, ‘‘El malabarista’’, ‘‘El eximio’’, ‘‘La gacela’’, ‘‘El rayo’’, ‘‘El arcángel’’, ‘‘El duende’’, ‘‘El rey del gol’’, ‘‘El bailarín’’, ‘‘El míster gol’’, ‘‘El hombre de mimbre’’, ‘‘El virtuoso’’, ‘‘El pájaro blanco’’, ‘‘El paraguayo de oro’’, ‘‘El mago’’, ‘‘El aviador’’, ‘‘El taceners’’ y mucho más.
Fallecimiento: Murió en el hospital Argerich de Buenos Aires a las 23:00 el día sábado 23 de julio de 1977.
MAÑANA: SEGUNDA PARTE
Cuando Arsenio Erico nació (el 30 de marzo de 1915) el Barrio Obrero de Asunción pintaba todas las mañanas un alba tranquila que se iría transformando en un día blanco de reluciente sol.
Y cuando tuvo contacto con el balón, en sus primeros partidos de barrio, se fue acomodando y heredando una magia innata. Un dominio propio de su cuerpo ágil y un manejo exquisito del balón.
Y en sus primeros partidos interesantes, jugados en el Salesianito del barrio Vista Alegre, sus primeros goles ya eran el deleite de los aficionados. Como todo muchacho, incansable, jugaba dos partidos por día: uno a la mañana y otro a la tarde.
El Nacional querido lo fichó y ya brillaba con luces propias. La gambeta, el taco, la chilena, los saltos impresionantes para ganarle al férreo defensor, superándole para asestar el cabezazo certero y preciso. Porque cada gambeta, en el mano a mano, o cada salto, marcaba la diferencia con sus oponentes. Su sello peculiar era el gol. Un goleador sutil, refinado y preciso.
Un día llegó la guerra y Erico se alistó junto a otros compatriotas, no para esa pelea innecesaria, en donde cayeron miles de compatriotas. En la selección de la Cruz Roja Paraguaya cumplió, para conseguir fondos, en partidos amistosos jugados en territorio argentino. Fue la vitrina para Erico. Le vieron los del club Independiente de Avellaneda y sin pestañear lo contrataron. Ese muchacho alegre aceptó el reto y ahí con el Independiente rompería todos los moldes y se llevaría todos los elogios sobre su juego, porque ‘‘había en él algo antinatural’’ (decían los entendidos); ‘‘bailarín del fútbol portentoso de agilidad felina’’ o ‘‘cada gol del Saltarín Rojo suponía un rapto de fineza’’, y no fueron uno, sino 293 goles, que cautivaron a los que le vieron jugar.
Resulta difícil rescatar su mejor obra, que ni siquiera él se atrevía a elegir una. ‘‘La antología de sus goles: casi imprescindible en un manual del buen gusto y espectacularidad’’.
Era tan humilde que dijo: ‘‘Yo triunfé porque mi forma de jugar se adaptaba a la que se practicaba entonces’’. Pero el fútbol es arte y en Erico se desarrolló esa magia impresionante del buen jugar. ‘‘Permanentemente parecía que estaba por caer al suelo, pero la pelota seguía atada a sus pies. Había en él un equilibrio antinatural, según los azorados de la época, como un marionetista invisible condujera su tránsito con hilos de viento’’; dijo de él un periodista argentino.
Erico era un 9 perfecto. Se llenó de gloria por su juego, pero siempre conservó esa humildad y no se agrandó.
Sus juegos y goles están en el recuerdo y en las estadísticas del fútbol argentino.
Ahí hasta lo endiosaron, pero él no aceptaba todas estas loas y se anotaba como uno más. Esa fue otra grandeza que sostuvo en su andar por el fútbol.
Tantas cosas hermosas y verdaderas encierra esta rica historia.
La de este paraguayo que rompió el molde con su juego y dejó su sello peculiar en tierra Argentina, vistiendo el rojo del Independiente de Avellaneda.
Hoy recordamos al ‘‘Saltarín Rojo’’, de fútbol portentoso y ágil. Al hombre que fue de mimbre y goleador absoluto, inalcanzable en el balompié argentino.
Arsenio Pastor Erico Martínez nació en el ‘‘Barrio Obrero che vy’aha, lugar florido del Paraguay’’ y murió hace 25 años, el 23 de julio de 1977, en Buenos Aires, Argentina.
Le recordamos hoy con estas líneas, como un homenaje al que fue el abanderado del fútbol arte. Al goleador indiscutible y mejor futbolista paraguayo de todas las épocas. La historia y las estadísticas lo afirman, y no solo yo.
Gracias, ‘‘Saltarín Rojo’’, por lo que le diste al fútbol paraguayo.
LA MAGIA DEL "SALTARIN ROJO"
¡Qué se puede decir del ‘‘Saltarín’’, si ya se dijo todo!, ríos de tinta se escurrieron, mares de salivas se escaparon, gritos, llantos, locuras, ilusiones, buscando explicar las virtudes sin límites de este fenómeno del balón, con sangre y estirpe guaraní, que impactó a esta región (hoy Mercosur) y que las nuevas generaciones deben enarbolar con orgullo y admiración. Mantener la llama viva de nuestro símbolo futbolero es la tarea ciclópea que nos corresponde a todos los paraguayos, los que llevamos en la sangre al fútbol y sentimos con pasión el ‘‘ñandereko’’ y el ‘‘ñande ypykue’’ que se refleja en la vivencia del ‘‘hombre de goma’’, Don Arsenio Erico. Su vida sobre el verde césped y en torno a ella, exponemos en esta semblanza compilada.
CARACTERISTICAS DEPORTIVAS
Tremendo goleador. Extraordinario cabeceador. Salto felino. Fulgurante gambeteador. Preciosista en espacio reducido. Velocidad en corta y larga. Pícaro. Astuto. Belleza en los toques. Elegante en el dominio del balón. Fino. Con gran despliegue físico. Juego asociado y espíritu comunitario. Sus goles mágicos. Agilidad física y mental. En suma: futbolista completo, fabuloso, venido del cielo.
SIMILITUD FUTBOLISTICA
Ninguna. Incomparable, único, exclusivo, diferente, perfecto. Un iluminado.
LA FAMILIA ERICO
De ascendencia italiana, la familia Erico era nacionalófila de pura cepa. Arsenio se fichó en el club a los 12 años de edad, en 1927. Jugó en las inferiores de Nacional e intercaló con su pasión por el Salesianito, hasta debutar en primera en 1930 con tan solo 15 años. De familia futbolera, traía en sus venas el fútbol de sus ancestros.
Toda la familia Erico fue futbolista del club Nacional FC. Su padre como sus tíos (hermanos de este) fueron jugadores destacados de la Academia, desde sus inicios como entidad deportiva.
Don Guillermo Erico (padre de Arsenio) y hermanos (Juan, Gregorio y Pablo) se iniciaron con la institución misma como pioneros, cuando aún la casaca era albiverde (rayas verticales) y que fue luego reemplazada en 1923 en forma definitiva con el obsequio de los atuendos realizados por el club Nacional del Montevideo, que buscó confraternizar con sus pares del continente americano.
Los Erico de la ‘‘guardia vieja’’ jugaron desde la fundación hasta 1918 y fueron campeones con el primer título logrado por Nacional FC en 1909, rompiendo la hegemonía aborigen de entonces.
Después vino el relevo generacional y aparecieron los vástagos. Los primos hermanos de Arsenio: Enrique ‘‘Petí’’ (puntero izquierdo) y Rafael (interior izquierdo) integraron nuestros seleccionados en el torneo sudamericano (hoy Copa América) de 1921, 1922 y 1929. Además, Enrique salió campeón invicto del fútbol paraguayo con Nacional FC, en el año 1926.
Los hermanos de Arsenio: Armando y Adolfo también jugaron en Nacional FC. Cuando Arsenio fue transferido a Independiente en 1934, su lugar como delantero centro fue ocupado por Armando y como interior derecho ingresó Adolfo.
La fama de los Erico ya traspasaba la frontera. Rápidamente aparecieron interesados en ellos. Cuando Arsenio fue transferido, todos apuntaron a sus hermanos, así Adolfo fue comprado por Peñarol de Montevideo, donde jugó 3 temporadas, hasta 1939. También jugó en la selección paraguaya el sudamericano de 1937 y quedó radicado en Montevideo.
Mientras, Armando fue al San Lorenzo de Almagro, donde jugó 1 temporada, en 1938, y luego regresó a Paraguay para vivir en su casa paterna.
Observación: Arsenio Erico nunca jugó oficialmente por la selección paraguaya absoluta. ¡Qué ironía!.
DATOS PERSONALES
Nombres: Arsenio Pastor
Apellidos: Erico Martínez
Fecha de nacimiento: 30-03-1915
Lugar de nacimiento: Asunción
Nacionalidad: paraguaya
Altura: 1,75 m.
Peso: 68 kilos
Calce: 41
Puesto: centrodelantero
Pie: Ambidiestro
Padres: Guillermo Erico y Margarita Martínez.
Hermanos: Armando, Adolfo y Darío.
Estudios: a) Primaria: Escuela General Díaz.
b) Secundaria: Colegio Nacional y Colegio Natalicio Talavera.
Domicilio: (Asunción) Iturbe y 4ta. Proyectada; (Argentina) Aristóbulo Delvalle, Nº 493, Castelar, Buenos Aires. Estando en actividad y aún soltero vivió en Merlo.
Estado civil: Casado a los 45 años con Aurelia Blanco el 20 de febrero de 1960.
Gustos: Escuchar y hablar sobre música paraguaya. Leer libros y acompañar a los compatriotas sirviendo tereré.
Nombres deportivos: ‘‘El crack’’, ‘‘El Saltarín’’, ‘‘El hombre de goma’’, ‘‘El trampolín’’, ‘‘El malabarista’’, ‘‘El eximio’’, ‘‘La gacela’’, ‘‘El rayo’’, ‘‘El arcángel’’, ‘‘El duende’’, ‘‘El rey del gol’’, ‘‘El bailarín’’, ‘‘El míster gol’’, ‘‘El hombre de mimbre’’, ‘‘El virtuoso’’, ‘‘El pájaro blanco’’, ‘‘El paraguayo de oro’’, ‘‘El mago’’, ‘‘El aviador’’, ‘‘El taceners’’ y mucho más.
Fallecimiento: Murió en el hospital Argerich de Buenos Aires a las 23:00 el día sábado 23 de julio de 1977.
MAÑANA: SEGUNDA PARTE