Albirroja campeona de Lima perdió a otra de sus figuras: Rubén Noceda

La gloriosa albirroja, que flameara victoriosa en Lima, en el sudamericano de 1953, perdió a otra de sus figuras. Desde la mañana de ayer ya reposa en el Olimpo de los grandes futbolistas de esta tierra Rubén Noceda, quien fue golero de Presidente Hayes y de las selecciones nacionales.

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Fue elegido por Manuel Fleitas Solich para integrar la selección de Lima en una época en que cada club tenía un arquero candidato a ser seleccionado nacional. Pero Noceda, impulsado por su extraordinaria actuación durante el campeonato oficial de 1952, defendiendo el arco del ``Fortín de Tacumbú'', que fue campeón por única vez en la historia, se ganó merecidamente la nominación, y acompañó a Adolfo Riquelme para ser ambos guardianes del pórtico albirrojo.

En Lima le cupo suplir a Riquelme en el partido contra Perú, cuando este salió lesionado, y actuó también en el encuentro siguiente, lo que permitió la recuperación del golero de Nacional para los encuentros decisivos frente a Brasil. Fue transferido, ese mismo año, al fútbol peruano. Brilló en el Deportivo Chalaco, y en otras instituciones, y allí formó su hogar.

De vuelta al país, en 1957, reapareció en la valla de su club de juventud, y de nuevo demostró ser verdaderamente grande, pues Aurelio González lo convocó, junto con Honorio Casco, para defender la Albirroja, en las históricas eliminatorias para el mundial de Suecia. Aquella tarde gloriosa del 14 de julio de 1957, Noceda salió al frente del plantel, seguido por Edelmiro Arévalos, Juan Vicente Lezcano, Eligio Echagüe, Salvador Villalba, Ignacio Achucarro, Juan Bautista Agüero, Enrique Jara Saguier, Angel Jara Saguier, Aguilera y Florencio Amarilla, el equipo que conquistó una de las más resonantes victorias, aquel 5-0 imborrable, frente a la selección de Uruguay, dos veces campeona del mundo y dos veces campeona olímpica.

Pero, sin duda, los partidos más difíciles que jugó Rubén Noceda no fueron en una cancha de fútbol sino en el estadio de la vida. Y le tocó perder. Pasó angustias y necesidades, pero gracias a sus amigos del fútbol logró sobreponerse varias veces. Pero en los últimos tiempos, agobiado por la soledad, olvidado por quienes debían estar cerca de él, recibió la amarga factura que suele pasarnos la vida.

Su vida se apagó en el amanecer del 8 de abril, una semana después de cumplirse un nuevo aniversario de la conquista que contribuyó a conseguir. Hoy, Noceda, junto a Victoriano Leguizamón, que lo precedió un día antes, y una docena más de sus antiguos compañeros, pasa a constituirse en una leyenda del fútbol paraguayo. Su recuerdo quedará firme en la memoria de quienes disfrutaron con su arte para impedir los goles adversarios.

FUE EL PRIMER “GATO” DEL FÚTBOL NACIONAL

Rubén Antonio Noceda Roca había nacido en Asunción el 11 de mayo de 1931. Sus hijos son Cynthia Adriana, Rubén Eduardo y Rocío Eva.

Su agilidad para volar de un palo a otro le hizo merecedor del primer apelativo de “Gato” para un arquero paraguayo, mote con el que le bautizó Luis Magín Gómez.

Jugó al fútbol en Primera División desde 1946 hasta 1957 en Presidente Hayes donde le cupo ser campeón en 1952.

Luego estuvo vinculado al Atlético Chalaco de Perú entre 1958 y 1974. Fue parte de la selección paraguaya que se consagró campeona en Lima, Perú en 1953. y la que jugó las Eliminatorias de el Mundial Suecia ’58.
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