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Tenemos que retroceder la historia al comienzo del fútbol en nuestro continente, todavía no se había jugado el primer mundial de fútbol de 1930 en Uruguay cuando la pasión por ese deporte ya comenzaba a hacerse notar. A comienzos del siglo XX aparece en los estadios una figura que los hinchas del Club Nacional de Montevideo no olvidan hasta hoy, es la de Prudencio Miguel Reyes.
Reyes había nacido en Montevideo en 1882, desde joven aprendió el oficio por lo que se dedicaba a la talabartería, era un profesional del cuero. Su trabajo lo llevó a reparar e inflar las pelotas, además de realizar los trabajos de utilería en el recién fundado club. Hay que explicar que en la época las pelotas de cuero tenían una vejiga que debía ser inflada de manera manual.
Además de los trabajos para el club, Prudencio Reyes era un verdadero fanático del tricolor uruguayo, un apasionado que vivía los partidos en medio de gritos a los jugadores y animando con su ronca voz: “¡Vamo’ arriba Nacional!”
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El “hincha pelotas” del Club Nacional
Su presencia no pasaba desapercibida en una época en la que el público estaba acostumbrado a sentarse y observar los espectáculos deportivos con tranquilidad. Es por eso que cuando se preguntaba por él los demás respondían “Es el hinchador de pelotas, el hincha pelotas que tiene Nacional”. Así nació el término “hinchapelotas”, utilizado para describir a quienes, con su fervor, pueden resultar molestos.
La efusividad de Reyes se transmitió a los demás seguidores de Nacional quienes comenzaron a reemplazar el habitual silencio por gritos de apoyo. Así se formó la primera “hinchada”. Con los años, este término fue adoptado en toda la región hispanoparlante, llegando a ser reconocido por la Real Academia Española.
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Prudencio Miguel Reyes falleció en la capital de Uruguay el 7 de febrero de 1948, a la edad de 66 años. Desde hace décadas, el Club Nacional de Fútbol celebra “El día del hincha” cada 28 de abril en honor a su cumpleaños.
En el Estadio Parque Central se puede observar frente a las tribunas la estatua que inmortaliza al primer hincha, el que dio origen al término que muchos utilizamos en Latinoamérica. Su fanatismo nos demuestra también que el fútbol se vive fervorosamente ya desde sus inicios en nuestro continente.