El sol brilla con timidez y la temperatura se encuentra por debajo de los 5°C en la desierta y ventosa playa de Coney Island, en el sudoeste de Nueva York, cuando los miembros del Club del Oso Polar se lanzan a las heladas aguas del Océano Atlántico para celebrar Navidad.No importa la edad ni el sexo, lo que vale es tener coraje para quedarse en traje de baño en pleno invierno boreal y entrar en el mar por unos minutos en este "clásico" neoyorquino que tiene lugar habitualmente el primer domingo de cada mes y que este año hizo una excepción con la Navidad.
Si este mediodía eran menos de cincuenta, el domingo próximo, 1 de enero, se esperan unas 300 personas en Coney Island para participar en el tradicional chapuzón de año nuevo organizado por el Club del Oso Polar, una institución con más de un siglo de vida que tiene su sede en el Acuario de Nueva York, en la popular playa situada en Brooklyn.
Con una temperatura de algo menos de 40 grados Fahrenheit (5°C) , los valientes se dirigieron al mar en hilera animados por un guitarrista vestido de Papá Noel que cantaba en la puerta del Acuario, en la costanera frente a la playa.
Tras formar una ronda y darse aliento, entraron en las calmas aguas del océano ante la mirada de curiosos que, abrigados con campera, gorros y guantes, observaban y tomaban fotografías del espectáculo.
"Fue bastante loco. Me gustó, fue divertido" , contó a la AFP recién salido del agua Alex Birman, un estudiante de 18 años oriundo de Virginia (sudeste de EEUU) y de vacaciones en Nueva York.
"Fue mi primera vez. Mi tío es miembro del Club del Oso Polar y por eso decidí hacerlo" , agregó el joven mientras se secaba con una toalla.
Mientras Alex hablaba, muchos bañistas seguían en el agua gritando y celebrando. Un par de personas atrasadas llegaron corriendo y se sumaron al grupo.
Si Alex es un principiante, Curtrell Gore, un moreno de 60 años oriundo de Nueva York, lleva desde 1994 participando del chapuzón de año nuevo y es socio del Club del Oso Polar desde 2000.
"Estaba sentado en casa mirando televisión y le dije a mi mujer: voy para allá" , señaló a la AFP Curtrell en traje de baño en la playa, sin tiritar.
"Ya no lo hago tanto como antes. ¿Pero sabe? Tiene que ser ambicioso y decir voy a hacerlo" , explicó.
Valientes como son, los miembros del Club del Oso Polar -fundado en 1903 por Bernarr Macfadden, conocido como el "padre del fisicoculturismo"- son conscientes de sus límites y saben del riesgo de sufrir hipotermia por la baja temperatura del agua.
"Cuando la temperatura (del agua) no es muy baja -hoy no es un día muy frío, 25, 30 grados Fahrenheit (entre -4°C y -1°C)-, no puede resistirme a la playa. Cuando hace 17 grados (F, -8°C) puedo resistir" , admite Curtrell con una sonrisa antes de agarrar su bata y volver camimando lentamente hacia la costanera. Lejos, se escucha la guitarra de Papá Noel que recibe a los bañistas.
Si este mediodía eran menos de cincuenta, el domingo próximo, 1 de enero, se esperan unas 300 personas en Coney Island para participar en el tradicional chapuzón de año nuevo organizado por el Club del Oso Polar, una institución con más de un siglo de vida que tiene su sede en el Acuario de Nueva York, en la popular playa situada en Brooklyn.
Con una temperatura de algo menos de 40 grados Fahrenheit (5°C) , los valientes se dirigieron al mar en hilera animados por un guitarrista vestido de Papá Noel que cantaba en la puerta del Acuario, en la costanera frente a la playa.
Tras formar una ronda y darse aliento, entraron en las calmas aguas del océano ante la mirada de curiosos que, abrigados con campera, gorros y guantes, observaban y tomaban fotografías del espectáculo.
"Fue bastante loco. Me gustó, fue divertido" , contó a la AFP recién salido del agua Alex Birman, un estudiante de 18 años oriundo de Virginia (sudeste de EEUU) y de vacaciones en Nueva York.
"Fue mi primera vez. Mi tío es miembro del Club del Oso Polar y por eso decidí hacerlo" , agregó el joven mientras se secaba con una toalla.
Mientras Alex hablaba, muchos bañistas seguían en el agua gritando y celebrando. Un par de personas atrasadas llegaron corriendo y se sumaron al grupo.
Si Alex es un principiante, Curtrell Gore, un moreno de 60 años oriundo de Nueva York, lleva desde 1994 participando del chapuzón de año nuevo y es socio del Club del Oso Polar desde 2000.
"Estaba sentado en casa mirando televisión y le dije a mi mujer: voy para allá" , señaló a la AFP Curtrell en traje de baño en la playa, sin tiritar.
"Ya no lo hago tanto como antes. ¿Pero sabe? Tiene que ser ambicioso y decir voy a hacerlo" , explicó.
Valientes como son, los miembros del Club del Oso Polar -fundado en 1903 por Bernarr Macfadden, conocido como el "padre del fisicoculturismo"- son conscientes de sus límites y saben del riesgo de sufrir hipotermia por la baja temperatura del agua.
"Cuando la temperatura (del agua) no es muy baja -hoy no es un día muy frío, 25, 30 grados Fahrenheit (entre -4°C y -1°C)-, no puede resistirme a la playa. Cuando hace 17 grados (F, -8°C) puedo resistir" , admite Curtrell con una sonrisa antes de agarrar su bata y volver camimando lentamente hacia la costanera. Lejos, se escucha la guitarra de Papá Noel que recibe a los bañistas.