Es la prueba en la que el difunto había competido en los Juegos de 1948 también en la capital británica.
George Avery, fallecido en 2006, quería ir a los Juegos Olímpicos de Londres porque fue ahí donde quedó segundo en el triple salto en 1948, relató Robyn Glynn. Así que su familia compró entradas para el triple salto y viajaron a la capital británica con los restos del patriarca.
“Mi hermana y yo misma, con nuestros respectivos maridos, mi hija y nuestros nietos vinimos al estadio con las cenizas”, dijo Glynn a la radio ABC desde el estadio, en la noche del jueves, cuando se celebró la final del triple salto masculino, que ganó el estadounidense Christian Taylor.
“Luego hicimos algo más que colarlo (al fallecido en las instalaciones), nos acercamos a la pista y soltamos sus cenizas al aire, que las llevó justo encima de la pista de triple salto”, dijo.
Glynn dijo que su padre nunca alardeó de su éxito en los Juegos Olímpicos y guardó su medalla en un cajón, pero después de ver los Juegos de Sídney-2000, decidió volver a Londres. “Pensamos que éste es el lugar al que le habría gustado volver. Deseaba mucho estar aquí, pero al final no pudo”, añadió.
Avery luchó por la medalla de oro en triple salto de Londres-1948 tras distinguirse en las series clasificatorias, pero acabó segundo en la final por sólo cuatro centímetros por detrás del sueco de Arne Ahman.