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La foto la tomé segundos antes de que arrojara la botella al asfalto. El semáforo estaba en rojo y aproveché para hacerle la foto. Unos metros después lo predecible; lo arrojó como si fuera algo normal, ni le importó y seguía su camino conversando alegremente con otra pasajera.
Esto pasa todos los días, pasa en diferentes lugares, parece que no le quieren a su país, lo ensucian, lo contaminan, primero lo hacen los padres, luego sus hijos, y así van transmitiendo la “idiota-sincrasia” (como siempre lo llamo) a las futuras generaciones, parece que les encanta vivir así, en el atraso total ¿Por qué cuesta tanto?
Hay que despertarse, no es difícil, se puede.
Marcos Yorke