Los decentes vamos perdiendo la batalla

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Vivo en frente de la plaza John F. Kennedy del barrio San Pablo, Epifanio Méndez Fleitas entre Hipólito Sánchez Quell y Tte. Ramírez. Por prescripción médica en mi caso y por vida sana otros acostumbrábamos caminar alrededor de esta plaza.

Hablo en pasado porque ya casi nadie se atreve si no es de día. En mi caso y como otros trabajamos todo el día. Nos ganó la batalla la marginalidad, el vicio y la falta de protección de los organismos encargados. Sea policía, Municipalidad o Fiscalía.

Esta plaza fue ganada por los bebedores y “chespiceros”, quienes una vez caída la noche reinan en ella ahuyentando a la ciudadanía decente.

Como hay un gran espacio físico con cancha de fútbol y vóley con luces se junta mucha gente que no sabemos de dónde son. La comisión vecinal se encarga de cobrar por la luz, la actividad va casi todas las noches hasta las 11 y a veces más, y con abundante cerveza.

A la mañana el “espacio público” presenta un lamentable espectáculo con envases de vidrios regado por todo el lugar. Las latitas ya no amanecen ya que son llevados por los recicladores. No mencionemos a las drogas que dicen también circula abundante en la plaza.

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Las mujeres no pueden caminar ni andar por la plaza en ninguna hora. Los “futbolistas” y no sé qué otro “istas” las acosas inmisericordemente y entonces prefieren no salir y encerrarse en sus casas, ni pensar en salir a refrescarse en la plaza.

Las bebidas son vendidas por los bares de alrededor que hacen su negocio con la gente que viene y a veces, cuando hay mucha concurrencia, ya instalan sus mesitas en la misma plaza.

Otras veces vienen cargado de conservadoras y se preparan un gran asado y futbol de por medio como si estuvieran en un club campestre. La música de los autos a todo dar no falta.

Y como a veces uno quiere resistirse a perder un espacio tan hermoso que pudiera servir para un paseo y distracción familiar, el domingo a la noche increpé a un personaje por su burla hacia mi edad y mi caminata, pero me alejé cabizbajo al recibir sus improperios y amenazas con arma blanca. Casi ingreso a las crónicas rojas del día siguiente.

Creo que el nombre que tiene esta plaza ya no le queda por enunciar a una de las más puras personalidades del mundo y rebautizarle como “Plaza Ka’u”.

Ni hablemos del dengue, ya ven las cubiertas y envases criaderos por doquier. Yo mismo suelo juntarlos y ponerlos en una bolsa, pero todos los días no puedo.

Luis Halley