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La hipótesis, formulada desde hace años por los especialistas, fue confirmada por un modelo matemático preparado en Stuttgart (Alemania) por la Universidad de Hoheneim, y publicado en la revista científica Procedimientos de la Academia Nacionald e Ciencias de Estados Unidos (PNAS).
Los autores del estudio realizaron un modelo para prever los efectos, junto a las orillas marítimas, de una serie de olas anómalas a lo largo de las costas de Aceh provocadas por un tsunami a una distancia de 100 kilómetros. Si bien el modelo muestra muy claramente que el factor más importante en condición de reducir los efectos devastadores es la distancia entre la costa y los asentamientos humanos, la vegetación tiene también un impacto muy importante.
En efecto, la presencia de árboles o plantaciones ofrece una gran protección, contribuyendo a reducir víctimas y daños en una medida importante, que va del 3 al 8 por ciento.
Los estudiosos, encabezados por Georg Cadisch, observaron además que, de manera opuesta, la presencia de bosques puestos a espaldas de las zonas habitadas aumentan los efectos destructivos de los maremotos, un fenómeno confirmado también por testigos oculares, ya que la onda de resaca o reflujo implica un segundo pasaje de desechos que se suman así a los iniciales. El estudio apunta a definir y ayudar al desarrollo de estrategias mejores para la gestión del riesgo en las áreas susceptibles de tsunami.
Para ello fueron utilizadas imágenes satelitales, mediciones de las características de la tierra y mapas terrestres, así como datos detallados sobre el diámetro, altura y densidad de las plantaciones.
El 26 de diciembre de 2004, un terremoto en el Océano Indico, con epicentro en la costa oeste de Sumatra, provocó una serie de tsunamis que afectaron a numerosos países, provocando destrozos, inundaciones y miles de víctimas en Indonesia, Malasia, Sri Lanka, India, y Tailandia. Según las últimas estimaciones, hubo 186.000 muertos y unos 42.000 desaparecidos.
Los autores del estudio realizaron un modelo para prever los efectos, junto a las orillas marítimas, de una serie de olas anómalas a lo largo de las costas de Aceh provocadas por un tsunami a una distancia de 100 kilómetros. Si bien el modelo muestra muy claramente que el factor más importante en condición de reducir los efectos devastadores es la distancia entre la costa y los asentamientos humanos, la vegetación tiene también un impacto muy importante.
En efecto, la presencia de árboles o plantaciones ofrece una gran protección, contribuyendo a reducir víctimas y daños en una medida importante, que va del 3 al 8 por ciento.
Los estudiosos, encabezados por Georg Cadisch, observaron además que, de manera opuesta, la presencia de bosques puestos a espaldas de las zonas habitadas aumentan los efectos destructivos de los maremotos, un fenómeno confirmado también por testigos oculares, ya que la onda de resaca o reflujo implica un segundo pasaje de desechos que se suman así a los iniciales. El estudio apunta a definir y ayudar al desarrollo de estrategias mejores para la gestión del riesgo en las áreas susceptibles de tsunami.
Para ello fueron utilizadas imágenes satelitales, mediciones de las características de la tierra y mapas terrestres, así como datos detallados sobre el diámetro, altura y densidad de las plantaciones.
El 26 de diciembre de 2004, un terremoto en el Océano Indico, con epicentro en la costa oeste de Sumatra, provocó una serie de tsunamis que afectaron a numerosos países, provocando destrozos, inundaciones y miles de víctimas en Indonesia, Malasia, Sri Lanka, India, y Tailandia. Según las últimas estimaciones, hubo 186.000 muertos y unos 42.000 desaparecidos.