Con más de 50 horas a bordo del aparato en solitario, el piloto André Borschberg realizó una hazaña inédita, si bien todavía debe permanecer casi 60 horas más en su cabina.
“Un gran obstáculo fue franqueado”, aseguraron en internet los organizadores del vuelo, en alusión al hecho de que habían dejado atrás un primer frente frío.
Este frente, que se extiende grosso modo de Taiwán a Alaska, fue juzgado durante varios días tan denso e infranqueable que el Solar Impulse debió postergar su partida de Japón, adonde había llegado el 1 de junio.
El paso por el frente es “un momento muy emocionante”, se exclamó en Twitter Bertrand Piccard, coautor del proyecto y el segundo piloto de la aeronave, que se turna con Borschberg.
Este último dijo al iniciar el tercer día de vuelo sin escalas que esto demuestra que un avión “puede volar sin interrupción produciendo su propia energía” .
“Me siento en excelente forma”. “La noche ha sido difícil, pero fantástica”, indicó este piloto de 62 años.
Solar Impulse 2, cuyas alas están recubiertas de células fotovoltaicas, permaneció más de un mes en Japón a causa del mal tiempo, pero al final pudo despegar el lunes para continuar su ruta.
La aeronave salió el 9 de marzo de Abu Dabi para dar una vuelta al mundo de 35.000 kilómetros, una aventura destinada a promover el uso de las energías renovables, en particular la solar.