Esto es según un estudio que publica la revista Nature.
A partir de observaciones en luz infrarroja, científicos del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia (INAF) han observado abundante hielo en dos barrancos de la región del cometa bautizada como Imhotep.
La misión Rosetta ya había detectado vapor de agua en 67P, y se sabe que el agua es uno de los mayores constituyentes del núcleo del cometa. Sin embargo, como en otros cuerpos similares, 67P no presentaba hasta ahora regiones en las que el hielo quede expuesto en la superficie, sino que parecía cubierto de forma uniforme por un material oscuro, seco y refractario.
Gianrico Filacchione y su grupo han descubierto en cambio que en las paredes y la base de esos dos barrancos existe una capa de hielo externa.
Los investigadores creen que esa superficie está formada por pedazos de hielo de cerca de un milímetro de tamaño, mucho mayores que los cristales de alrededor de un micrómetro, resultado de la recondensación del vapor, observados hasta la fecha. La presencia de ese hielo puede deberse a la exposición de una de las capas heladas que subyacen a la superficie seca del cometa, o bien a la fusión de cristales más pequeños.
La estratificación de 67P es el resultado de un proceso evolutivo por el cual se han ido acumulando capas alrededor del núcleo, y no necesariamente en la estructura que tuvo el cometa desde su formación, según los científicos.
La sonda de la Agencia Espacial Europea (ESA) orbita desde agosto de 2014 en torno al cuerpo celeste, al que llegó tras viajar durante diez años.
El 12 de noviembre de 2014, el módulo Philae, lanzado junto a la sonda, fue el primer aparato humano que aterrizó sobre un cometa al tomar tierra en 67P.