La mayor población de esta especie animal en El Salvador, “más de 200 ejemplares”, habita en dicho bosque húmedo de 236 hectáreas, que en las épocas lluviosa y seca les da todo lo necesario para vivir, dijo a EFE el director de Ecosistemas y Vida Silvestre del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Néstor Herrera.
Durante la época lluviosa, que comienza en mayo, los caimanes andan por diferentes partes del bosque húmedo, pero entre noviembre y diciembre se concentran en una especie de río que está en su interior, conocido popularmente como Zanjón del Chino, lugar que les da cobijo durante la época seca, que finaliza a principios de mayo.
El Zanjón del Chino, que atraviesa el bosque Santa Rita, conecta con la playa de Barra de Santiago, en el océano Pacífico, por lo que el lugar es considerado como “un bosque costero”, destacó Herrera.
Santa Rita es además una zona natural protegida que cuenta con diversas especies animales y vegetales, y árboles de hasta unos 40 metros de altura, precisó Herrera. De acuerdo con el experto, Santa Rita es el principal hogar de los caimanes en El Salvador, ya que en el resto del país “probablemente hay entre 100-125” más.
Los caimanes “tienen pocos lugares” como hábitat en El Salvador, ya que se ha logrado observar unos en la desembocadura del río Grande, en la Laguna del Jocotal, ambos en el departamento de San Miguel (oriente), y por Atiocoyo Sur, en el departamento de La Libertad (centro), “pero (son) unos poquitos ejemplares”, explicó.
El caimán es una especie que estaba a punto de desaparecer en el país, por lo que varias instituciones se dedicaron a llevar a cabo acciones de protección y el número de ellos comenzó a elevarse, aproximadamente hace una década, precisa un documento del MARN, divulgado recientemente.
En el bosque Santa Rita “hay vigilancia las 24 horas del día, ahí no se admite más que la contemplación (...) no se pueden extraer (caimanes) para comercio, ni huevos, ni perturbar cuando están anidando”, indicó Herrera.
“Cuando es la época lluviosa toda el agua se expande por el bosque” y algunos sectores aledaños, por lo que “todo eso se vuelve una zona de inundación, ellos andan libremente por toda esa zona”, describió el funcionario del MARN.
Cuando nacen las crías miden unos 20 centímetros, pero pueden llegar a crecer hasta 2,5 metros y vivir hasta 60 años, añadió.
Herrera precisó que el acceso de la población al bosque, en época seca, debe ser autorizado por el Ministerio de Medio Ambiente y en compañía de expertos para evitar cualquier accidente.
En el interior del bosque, donde se concentra la mayoría de caimanes en la época seca, se ha construido el “mirador de caimanes”, un pequeño espacio de madera elaborado para que los visitantes puedan observar a los reptiles, que parecen piedras o trozos de arboles inmóviles en el agua o en la superficie.
Los caimanes están en la lista de especies amenazadas o en peligro de extinción en el país debido a su escasa presencia en el territorio, porque fueron objeto de mucha cacería indiscriminada y por la pérdida de su hábitat natural, pues los espacios pantanosos se están secando, dijo el coordinador de la Unidad de Humedales del MARN, Enrique Barraza, según un informe de ese Ministerio.
Los caimanes comen principalmente peces, crustáceos, anfibios, pequeños mamíferos y aves; buscan los cuerpos de agua dulce para vivir, pero en “nuestro país los cuerpos de agua dulce, aparte de que son pequeños, están poblados”, por lo que esos reptiles no tienen muchas opciones de vida, indicó Herrera.
Pese a las prohibiciones, la depredación de estos animales aún continúa en el país, ya sea para vender sus pieles, comérselos o por temor a que hagan daño a la población, reconoció el MARN.