Los resultados se publican en la revista Cancer Cell y, según el español Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC, “varias compañías se han interesado -aún en conversaciones- en el compuesto para estudiar sus posibles aplicaciones como terapia antitumoral en humanos”.
Los científicos han identificado una molécula (DEL-22379) que logra causar la muerte de las células tumorales, según el director del estudio, Piero Crespo, investigador del CSIC. Crespo, en declaraciones a Efe, indicó que la función de esta molécula era hasta ahora completamente desconocida y una de las cosas demostradas en este trabajo es que reduce en ratones el tumor primario y evita la metástasis.
“Hasta la fecha, se ha comprobado la eficacia de DEL-22379 en modelos animales de cáncer de colon y melanoma, pero también se ha empezado a ensayar para cáncer de tiroides, pulmón y páncreas”, añadió este científico en una nota del CSIC. En el desarrollo de los cánceres tiene una importancia crucial la ruta bioquímica RAS-ERK (conjunto de proteínas que regulan la proliferación celular): “aproximadamente el 50 % de los tumores humanos portan mutaciones en algún componente de esta ruta”, detalló Crespo.
Esta ruta constituida por cuatro proteínas, en condiciones normales, se pone en funcionamiento en respuesta a señales extracelulares que dictan a las células cuándo y cuánto deben proliferar. Las cuatro proteínas se activan una a otra, secuencial y sucesivamente, acoplando una cadena de transmisión, a través de la cual se ponen en funcionamiento los mecanismos necesarios para la proliferación celular.
Haciendo un símil, es como una carrera de relevos, donde A activa a B, B activa a C y C activa a D. En las células tumorales, las mutaciones en alguno de los componentes de la citada ruta bioquímica hacen que dicha cadena de transmisión esté activada de forma aberrante, constantemente, por lo que las células se proliferan descontroladamente.
Las compañías farmacéuticas llevan 25 años buscando moléculas para inhibir la actividad de alguno de los componentes de dicha ruta para atajar la proliferación de células tumorales, es decir, compuestos que bloqueen la actividad de una de las cuatro proteínas.
“Fruto de esa investigación son una serie de fármacos utilizados actualmente en el tratamiento de varios tipos de tumores, con efectos menos exitosos de los que cabía esperar”, según Crespo. Por eso, en este trabajo se ha buscado una nueva estrategia: desacoplar la conexión entre alguna de las proteínas para evitar que se active la siguiente (continuando con el símil, evitar que una pase el testigo a otra).
Esto es justamente lo que consigue la molécula descrita en Cancer Cell: “evitando una asociación proteína-proteína se bloquea el flujo de señales aberrantes a través de la ruta RAS-ERK”. Los investigadores han patentado derivados de DEL-22379. El siguiente paso antes de un posible traspaso al ensayo clínico es mejorar las propiedades farmacológicas del compuesto y hacer más análisis de toxicidad en ratones (según Crespo, la toxicidad de la molécula probada hasta ahora es muy baja).
No obstante, hay que ser cautos porque el 80% de los compuestos antitumorales descubiertos fracasa en el paso de animales de laboratorio a humanos: “aunque así fuese, la importancia de este hallazgo reside en el concepto, mucho más que en el compuesto en sí”.