Los trastornos se notan sobre todo en Gladstone, una ciudad industrial situada a 550 kilómetros al norte de Brisbane, la capital del estado de Queensland, donde el número de estos anfibios se ha multiplicado cerca de los valles anegados por el desbordamiento del río Boyne.
En apenas una hora, voluntarios de una investigación ambiental reconocieron y catalogaron unos 500 ejemplares de sapo de caña (Rhinella marina), muchos de los cuales presentaban las citadas transformaciones.
El ecotoxicólogo Scott Wilson, de la Universidad Central de Queensland, dijo que las mutaciones afectan habitualmente al 1 por ciento de los ejemplares, pero que en Gladstone la tasa se sitúa de media entre el 6 y el 8 por ciento y en algunas zonas alcanza el 20 por ciento.
“Lo que hemos observado es el tipo de anormalidades en los sapos, es decir, si tienen extremidades u ojos de más o les faltan, o si tienen deformaciones en el esqueleto”, explicó Wilson a la cadena australiana ABC. “En Gladstone, la tasa es elevada en todas partes, tanto en zonas urbanas como industriales”, añadió el investigador, y apuntó que los sapos, como el resto de anfibios, tienen una piel porosa y permeable que los hace susceptibles a metamorfosis.
Los científicos indagan la causa o causas que expliquen el alto índice de transformaciones detectadas en esta ciudad que aloja una poderosa central eléctrica de carbón, que emite gases contaminantes, dos refinerías de aluminio y una floreciente industria de gas natural licuado.
“Estamos en pleno proceso de determinar cuáles son las causas, ya sea por la presencia de químicos en el agua u otro tipo de contaminantes o cambios en la salinidad del agua o la proliferación de parásitos”, comentó Wilson.
El “Rhinella marina” fue introducido en Australia en 1935 para combatir una plaga de escarabajos en las plantaciones de caña de azúcar del estado de Queensland y se multiplicó sin control por casi todo el país, dado que el veneno de su piel mata a los depredadores nativos.
La población del también llamado sapo neotropical gigante, incluido en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, crece con mucha rapidez porque una hembra puede llegar a poner unos 30.000 huevos cada vez.
En 2011, biólogos de la Universidad de Sídney descubrieron que esta especie estaba experimentando cambios físicos como una mayor longitud de patas, lo que le permite recorrer distancias más largas que las generaciones anteriores. El grupo de científico liderado por Rick Shine cree que esta característica, detectada en sapos que han llegado hasta Kununurra (Australia Occidental) y Sídney (Nueva Gales del Sur), está vinculada con la necesidad de propagarse con mayor rapidez.
Plagas de sapo de caña han causado estragos en Hawai (Estados Unidos), Filipinas, Papúa Nueva Guinea y otras islas del Pacífico. Tal es la toxicidad de su piel que en algunas zonas de Australia un 95 por ciento de la población de los animales que tratan de comérselos, como cocodrilos, iguanas y los gatos nativos o quolls, mueren.