Esto es según un estudio difundido hoy por Public Library of Science Genetics.
“En este estudio buscamos aprender cómo funcionó la domesticación de los perros”, explicó Diego Orgega Del Vecchyo, un graduado en ciencias genómicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que cursa ahora su doctorado en la Universidad de California (EE.UU.) y es uno de los autores de la investigación.
“Para ello analizamos el genoma de animales de Europa y de China, regiones que se han señalado como centros de la domesticación de los perros”, agregó. “Elegimos el genoma de lobos de Israel, Croacia y China, y el genoma de perros basenji, oriundo de África central, y ding de Australia, dos áreas históricamente aisladas de las poblaciones modernas de lobo”.
A pesar de que, según algunos investigadores, la convivencia entre humanos y perros domesticados se remonta a unos 100.000 años, todavía el sitio, los tiempos y la forma en que ocurrió la domesticación siguen siendo un misterio que, poco a poco, ha ido aclarándose con los avances en la investigación genética.
El equipo investigador incluyó a Belén Lorente Galdós, Óscar Ramírez y Tomás Marques Bonet, del Instituto de Biología Evolucionaria de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y Carles Vila de la Estación de Biología de Doñana, España, además de científicos de EE.UU., Portugal, Italia, China, Hungría, Turquía, Israel y Croacia.
Un sitio de sepulturas en Alemania, denominado Bonn Oberkassel, tiene restos de humanos y de perros que datan de unos 14.000 años, y los restos más antiguos de un perro que, según casi todos los investigadores, era domesticado, se encontraron en el sitio Jiahu, de la provincia de Henán, en China, y datan del neolítico temprano, esto es, hace de 9.000 a 7.800 años.
El ejemplo más temprano de sepultura de un perro domesticado en las Américas, hallado en la cueva Danger, de Utah, data de unos 11.000 años atrás.
“Nuestra investigación no halló pruebas de que todos los perros provengan de Europa o de China”, señaló Ortega. “Es decir, no encontramos evidencias de que tengan un solo origen común. Pero esto tampoco quiere decir que cada perro haya surgido de una región geográfica diferente”, agregó.
Ortega indicó que “probablemente los perros hayan sido domesticados a partir de un linaje de lobo que ya no existe en el presente”.
“Genéticamente los perros y los lobos divergieron hace unos 15.000 años”, continuó. “También encontramos flujo genético, es decir, entrecruzamiento de los lobos de Israel y los perros basenji, y de los lobos de China y el dingo, posterior a esa divergencia”, señaló el investigador.
El equipo investigador encontró, asimismo, que la domesticación ocurrió con significativos achicamientos en el tamaño de la población histórica tanto de los primeros perros como de los lobos.
La población de perros disminuyó unas dieciséis veces y la población de lobos decreció unas ocho veces poco después de la divergencia, lo cual, según el estudio, implica que la diversidad entre los ancestros comunes de ambos animales era mayor que la representada por los lobos modernos.
Otro aspecto sorprendente en esta investigación fue la diferencia entre razas de perro y de lobos en el número de genes de amilasa que ayudan a digerir el almidón. Algunos investigadores han especulado que este gen fue clave en la domesticación permitiendo que los perros primitivos se adaptaran a la dieta de una sociedad agrícola.
Los científicos analizaron los datos genéticos de otras doce razas de perro y encontraron que, si bien la mayoría de las razas de perro tienen números elevados de genes de amilasa, los que no están relacionados con sociedades agrícolas, como el husky siberiano y el dingo, no los tienen.
También encontraron pruebas de la presencia de este gen en los lobos, lo cual indica que no se desarrolló exclusivamente en los perros después de que las dos especies divergieran, y puede haberse multiplicado después de la domesticación.