Nobel Jacques Dubochet: hace falta un movimiento que rejuvenezca el mundo

ESTOCOLMO. El premio nobel de Química Jacques Dubochet cree que habría que “pensar en un movimiento que rejuvenezca nuestras universidades y nuestra manera de pensar el mundo, porque el actual no va bien”.

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El suizo Dubochet es uno de los tres ganadores este año del Nobel de Química, que comparte con el germano-estadounidense Joachim Frank y el británico Richard Henderson, por sus estudios sobre la criomicroscopía electrónica, que han revolucionado el campo de la bioquímica.

Además de profesor honorario en la Universidad suiza de Lausana (oeste) Dubochet es concejal socialista en el Ayuntamiento de Morges, donde reside, y se define como un “alegre 'soixante huitard'”, por haber vivido el Mayo francés del '68.

El nuevo nobel, fiel a su compromiso social, considera necesario que “los científicos se expresen, que entren en la vida política, no solo ellos, también los estudiantes”, indica a Efe, aunque no tiene claro si debería ser otro Mayo del '68. “Quizás, no lo sé”, señala. Aunque “no estaría mal pensar, en 2018, en un movimiento que rejuvenezca nuestras universidades y nuestra manera de pensar el mundo, porque el actual no va bien”.

En este sentido, Dubochet enumera que “la economía no va bien, está loca, y no solo ella” y hay que pensar en “cómo la política hace frente a los problemas”, por ejemplo los del clima. Sin embargo, también hay cosas “interesantes” que están pasando, como en materia de género, asegura el químico, que pertenece a la Oficina para la Igualdad de la Universidad de Lausana.

“Los hombres han hecho la ciencia, los hombres han definido lo que debía ser la política. Ha llegado ya el momento de que haya un buen equilibrio entre hombres y mujeres. No digo que haya solo mujeres -asegura riendo-, pero una buena mitad estaría bien”.

Y es que “todo se mueve, no solo en Suiza, sino en todas partes”, asegura Dubochet, quien, parafraseando a un autor del que en ese momento no recuerda el nombre -“quizás sea Malraux”-, asegura que “el siglo XXI será femenino o no será”.

El químico también habla de fronteras, de las que asegura que algún día caerán, pero mientras llega ese momento él y su esposa tiene acogida en casa a una joven refugiada no acompañada.

“En un país como Suiza -explica-, en otro tiempo cada cantón era un mundo diferente, había fronteras, pero desaparecieron hace unos 150 años y ya no pensamos en ellas”.

Y subraya la falta de sentido al hablar de separaciones cuando se trata de temas como la contaminación por dióxido de carbono, que “pertenece a todo el mundo, está claro”. Con el tiempo, asegura Dubochet, “las fronteras van a caer, es necesario que caigan”, aunque también hay "naturalmente” personas que ponen en marcha políticas “para que permanezcan, pero a largo plazo eso es un error”.

La misma pasión que demuestra hablando de la vida la tiene cuando se refiere a su trabajo y cuando se le recuerda que la Academia Sueca de Ciencias dice que la técnica que ayudó a desarrollar ha llevado a la bioquímica a una nueva era, él asegura que no se trata solo de criomicroscopía, sino que es “el saber” lo que cuenta.

El trabajo de los tres nobel ha creado un manera efectiva de generar imágenes tridimensionales de las biomoléculas. La aportación de Dubochet fue crear el método de vitrificación del agua, que permite a las biomoléculas conservar su forma y propiedades originales para ser estudiadas al microscopio.

Las biomoléculas son el fundamento de la vida y observar sus procesos internos es básico para el desarrollo de nuevas terapias y medicamentos.

Son muchas las puertas abiertas con esta técnica, pero el científico se resiste a señalar cuál puede ser su aplicación más prometedora porque “es muy difícil prever hacia dónde va la ciencia, sobre todo en un caso como este que es un método general” y, por lo tanto, con múltiples aplicaciones. “¿Hacía donde lleva eso? No lo sé -indica-. Esa es la fuerza de la química”. 

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