“Este es un descubrimiento muy emocionante, pero no podemos confirmar aún el origen de estas moléculas. Podría ser una prueba de vida anterior, pero también podrían pertenecer a un meteorito u otras fuentes”, dijo Paul Mahaffy, director de la división de Exploración del Sistema Solar de la NASA, en el canal de la agencia espacial.
A pesar de que aún no está claro el motivo de la creación de estas moléculas, la NASA destacó que este tipo de partículas podría haber sido la fuente de alimento de una hipotética vida microbiana en Marte.
“Sabemos que en la Tierra los microorganismos comen todo tipo de productos orgánicos. Es una fuente de alimento valiosa para ellos”, señaló Jennifer Eigenbrode, del Centro Espacial Goddard de la NASA en Maryland (EE.UU.). Así, este descubrimiento “no certifica que hubo vida” en ese planeta, según Eigenbrode, pero sí demuestra que los organismos podrían haber sobrevivido gracias a la existencia de esas moléculas.
La científica explicó que a pesar de que la superficie de Marte es “inhóspita” hoy en día, los indicios apuntan a que, en el pasado remoto, el clima marciano permitió que el agua líquida, un ingrediente esencial para la vida tal y como la conocemos, se agrupara en la superficie. De este modo, los datos recopilados por Curiosity revelan que hace miles de millones de años, un lago de agua dentro del cráter Gale contenía todos los ingredientes necesarios para la vida, incluidos los componentes químicos y las fuentes de energía.
“Encontrar moléculas orgánicas antiguas en los primeros cinco centímetros de roca que se depositaron cuando Marte pudo haber sido habitable es un buen augurio para que aprendamos la historia de las moléculas orgánicas en Marte con misiones futuras que profundizarán más”, añadió Eigenbrode.
La exploración del robot Curiosity, que ya descubrió en 2013 los primeros indicios de agua en el planeta Marte, también determinó que la concentración de metano en la atmósfera de ese planeta cambia con las estaciones. Las mediciones realizadas por Curiosity en el cráter Gale han descubierto que los niveles atmosféricos de metano en el planeta rojo siguen un ciclo estacional y han confirmado que es más alta en torno a los equinoccios (primavera y otoño) y menos en los solsticios.
Aunque el origen del gas sigue siendo desconocido, una de las principales teorías sostiene que procedería de unos reservorios en el subsuelo llamados “clatratos”, en los que pudo haber quedado atrapado en el pasado, según investigadores del Centro de Astrobiología (CAB) , que participaron en el estudio.