El japonés Shigeru Miyamoto, a punto de recoger el Premio Príncipe de Asturias, espera que este galardón ayude a los videojuegos a obtener un merecido lugar “en eso que conocemos como cultura”.
Risueño, educado y prudente, Miyamoto (Kioto, 1952) recibe a EFE en el hermético cuartel general de Nintendo -donde rara vez se permite el acceso a alguien ajeno a la casa- ataviado con “look” juvenil, chaqueta negra y una camiseta gris con una imagen pixelada del regordete y saltarín fontanero Mario.
La próxima semana, el genio creador de Nintendo viajará a España a recoger el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2012, un galardón por el que se siente “muy agradecido” y que, según asegura con humildad, considera también mérito de sus compañeros.
Han pasado más de tres décadas desde que Miyamoto entrara a formar parte del gigante nipón de los videojuegos, y desde entonces se ha guiado por la premisa de incitar a la gente a ejercitar “su poder creativo e imaginación lo máximo posible”, explica.
En estos años, su mirada no ha perdido ni un ápice del brillo y la ilusión de aquel niño que soñaba con hacerse dibujante de manga -cómics japoneses- y que finalmente encauzó su genialidad hacia el entonces emergente mundo de los videojuegos.
“Me di cuenta de que se puede dibujar manga en digital. Así que, para mí, el videojuego fue una herramienta para poder expresarme”, explica.
Numerosos reconocimientos y premios internacionales después, Miyamoto mantiene su empeño por crear ocio educativo y espera que el premio haga que paulatinamente “la sociedad entienda que los videojuegos están cambiando y se están acercando un poco más a lo que la gente considera cultura”, como el cine o la literatura.
La próxima será su segunda visita a España, un país, en su opinión, dotado de una “originalidad única” del que admira, como del resto de Europa, su tradición y “herencia del pasado”.
En estos tiempos de crisis, Miyamoto cree que es esencial potenciar al individuo y “compartir y respetar sus características únicas” como fórmula para “crecer en lugar de intentar sobrevivir”. Y, como director de Desarrollo Creativo de Nintendo, admite que su empresa tampoco atraviesa “una buena situación”, pero ello es un acicate para “pensar más allá” antes de dar el siguiente paso.
Reflexionando sobre el pasado, aún recuerda perfectamente cómo le llegó la inspiración para crear a su famosísimo personaje Mario, en un momento en que los videojuegos los hacían “los ingenieros, no los artistas”.
Explica que para darle un aspecto diferenciador, y ante las limitaciones técnicas del momento, pensó en una nariz grande y un bigote, y recuerda cómo al presentar el boceto a sus compañeros todos pensaron que parecía “muy italiano”, por lo que decidieron bautizarlo como Mario.
Vestido con su mono azul de trabajo y gorra roja, el fontanero protagonizaría en 1983 su primera aventura en solitario, “Mario Bros.”, una revolución para la época que, desde entonces, ha acumulado un éxito sin precedentes.
Criticado en ocasiones por hacer juegos para un público familiar e infantil, Miyamoto defiende su trabajo en la industria del entretenimiento y se siente muy vinculado a la filosofía de Nintendo, cuya misión es “hacer sonreír al mayor número posible de personas”.
Y explica que lo importante es no hacer un solo tipo de videojuego, sino superar la idea de que éstos son solo violencia, aventuras o acción y crear productos innovadores que generen emociones y lleguen a más gente.
Bajo esa dirección, Nintendo ha logrado ampliar el mundo de los videojuegos a todas las edades y a temáticas tan dispares como la música, el ejercicio mental y físico, el cuidado de animales, el baile o la moda.
A las puertas de cumplir 60 años y después de 35 trabajando para la firma de Kioto, ahora afronta el reto de perpetuar su legado con los trabajadores más jóvenes de su equipo, para que el día que falte “puedan seguir haciendo buenos juegos”.
Después de Nintendo, este revolucionario padre del videojuego moderno se ve trabajando en algo manual: “No sé si sería en equipo, como ahora, o si haría algo para mí mismo. Hacer algo por mi cuenta es algo que siempre he deseado”, remarca.
En la actualidad alterna su trabajo con su nueva pasión, la natación: “Cuando cumplí 40 años empecé a nadar y llevo haciéndolo semanalmente desde entonces. Es una parte de mí”, asegura.
De otro de sus “hobbies”, tocar la guitarra, nació Wii Music, mientras su afición al deporte dio lugar a "Wii Fit", una plataforma de entrenamiento de la que se han vendido más de 60 millones de unidades en todo el mundo. Una señal del genio artístico de Miyamoto, cuya paleta mágica conoce el truco para hacerse universal.