Los mayas y sus tres calendarios

Los mayas fueron, sin duda, la civilización más avanzada que existía en las Américas antes de la llegada de los españoles. Entre sus tecnologías más interesantes estaban su agricultura, sus pirámides y, desde luego, sus sistemas de calendarios.

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En realidad, los mayas usaban tres maneras de contabilizar el paso de los días: Había un calendario civil, un calendario religioso y un calendario milenar. El primero de ellos era algo parecido a nuestro calendario, pero los otros dos eran bastante diferentes. Estos calendarios luego fueron usados por otras culturas de Centroamérica, y probablemente los propios mayas los habrían heredado de culturas anteriores. Antes de continuar, quiero aclarar que voy a intentar evitar en lo posible los diferentes nombres mayas y las definiciones que ellos tenían para cada periodo de tiempo. Prefiero dejar esto a los especialistas en lingüística y concentrarme en el mecanismo en sí de los calendarios mayas. Así, términos como “semana maya”, “decena maya”, “siglo maya” no son necesariamente definiciones que un ciudadano maya usaba, de la misma manera que cuando los españoles llegaron y les pidieron a unos mayas eruditos que hagan una traducción del “alfabeto” maya al alfabeto europeo, ellos tampoco entendieron bien a qué se referían los extranjeros, porque sus jeroglíficos eran ideogramas y no letras. Pero creo que el hecho de tomarme la libertad de buscar un equivalente en nuestra cultura puede ayudarnos a entender mejor estos sistemas de calendarios que son bastante diferentes a los que estamos acostumbrados.

EL CALENDARIO CIVIL

El calendario civil era básicamente un calendario que marcaba las estaciones del año. Como estas dependen de la posición del Sol, había que mirar hacia el cielo.

Como tantas otras culturas alrededor del mundo, los mayas llegaron a la conclusión de que las estaciones se repiten en un periodo de aproximadamente 365 días. También usaron “meses” para dividir este año, pero a diferencia de nuestros meses que intentaban contar las apariciones de la Luna, sus “meses” contaban la cantidad de números de su base matemática.

Nuestro sistema matemático se basa en contar hasta 10, probablemente porque tenemos 10 dedos en nuestras manos. Cada 10 unidades pasamos a un nivel superior, la decena. Cada 10 decenas pasamos a otro nivel, la centena. Cada 10 centenas vamos al nivel de los miles. Y así, sucesivamente. Pero los mayas contaban no solo con los dedos de las manos, sino que aparentemente también con los dedos de los pies. O sea, contaban hasta 20. Así, solo después de cada 20 unidades pasaban a un nivel superior, que sería algo así como “la decena maya”. Cada 20 “decenas mayas” pasaban a otro nivel, lo que llamaríamos “la centena maya”. Cada 20 “centenas mayas” iban al nivel de los “miles mayas”. Y así, sucesivamente.

Así, el “mes” del calendario civil maya se llenaba con 20 días. Seguidamente, si continuamos con esta lógica, el año civil podría llenarse con 20 “meses” de 20 días, dando 400 días, pero infelizmente necesitaban algo práctico: un año de 365 días. La solución fue quedarse con apenas 18 “meses” mayas, lo que suma un año de 360 días. Este valor se corregía todos los años agregándole un grupo de 5 días, dando así 365.

CALENDARIO RELIGIOSO

El calendario religioso era totalmente diferente al calendario civil. Se usaba para los rituales y para hacer horóscopos y “predecir” el futuro. Sorprendentemente, no tenía meses que debían llenarse con días, sino que usaba dos series paralelas de periodos semejantes a “semanas”. Así, un tipo de “semana” tenía 13 días y el otro tipo de “semana” era una serie de 20 días. Lo más extraño es que ambas series corrían no de manera intercalada, sino que simultáneamente, como si se tratase de dos calendarios paralelos. Entonces, para decir una fecha en el calendario religioso, los mayas no decían “hoy es el día tal del mes tal”, sino que invocaban a ambas series paralelas al mismo tiempo y decían algo así como “hoy la semana de 13 días marca el día tal y la semana de 20 días marca el día tal”. Este sistema tenía sentido porque, como una “semana” tenía 20 días y la otra solo 13, se desfasaban rápidamente y marcaban fechas distintas durante bastante tiempo. A los 260 días se sincronizaban nuevamente y el ciclo recomenzaba. Esto sería el año religioso maya.

Aparentemente, el número 260 ayudaba a sincronizarlo con las apariciones de Venus o hasta con eclipses. Si hay o no alguna relación astronómica, no sabe- mos, en parte debido a que en 1562 el sacerdote franciscano Diego de Landa, obispo de Yucatán, juntó y quemó una formidable colección de textos mayas, en una bárbara demostración de intolerancia hacia quienes piensan diferente. Hoy sobreviven solo 3 (tres) libros mayas.

MARCANDO LOS AÑOS

Un problema era que tanto el calendario civil cuanto el calendario religioso mayas no contabilizaban los años. A nadie se le ocurrió colocar un “año cero” para el inicio de estos calendarios. Rodaban continuamente, pero nadie sabía qué año era.

Pero, una vez más, como ambos calendarios corrían en paralelo, era posible hablar de una fecha específica invocando a los dos al mismo tiempo. Así, se podía decir algo así como “yo nací en el día en que el calendario civil marcaba tal fecha y el calendario religioso marcaba tal fecha”. Este sistema tenía sentido porque como un calendario tenía 365 días y el otro 260 días, se desfasaban rápidamente y marcaban fechas distintas durante los 52 años siguientes. A los 52 años se sincronizaban nuevamente y el ciclo recomenzaba, con el inconveniente de que aparecerían fechas de nacimiento repetidas. Pero no había drama pues, de todas formas, la expectativa de vida del ciudadano maya promedio no solía llegar hasta los 52 años de edad.

CALENDARIO MILENAR

Desde luego, los líderes que mandaron construir los gigantescos monumentos mayas tenían otras necesidades: sus hazañas debían ser recordadas por las generaciones venideras. Entonces se ideó un “calendario milenar”, conocido como Cuenta Larga.

Había que buscarle un “año cero”, y como en tantas otras culturas alrededor del mundo, aparentemente se decidió que fuera desde “la creación del mundo”. Esto ocurrió, según calculaban (no sabemos cómo), allá por el año 3114 antes de Jesús.

Sorprendentemente, utilizaban un sistema de contabilización muy parecido al que hoy existe en naves espaciales. Aunque parece que fue al revés y son los ingenieros de hoy quienes decidieron no complicarse la vida: simplemente programan a las computadoras para que sumen los días uno después del otro. Así hacían los mayas, solo que no usaban el código binario ni nuestro sistema de base 10, sino que su sistema de base 20.

En este sistema la “creación del mundo” ocurrió en fecha 00.00.00.00.00. Los días se sumaban comenzando por la casilla de la derecha y al llegar a 20 se saltaba a la siguiente casilla; siempre hacia la izquierda. Aquí los mayas se tomaron dos libertades: la segunda casilla no llegaba hasta 20, sino que hasta 18, lo que recuerda al segundo periodo civil maya (el que nosotros llamaríamos “mes”), y los “siglos mayas” tampoco llegan a 20, sino que hasta 13 (número aparentemente sagrado; recordemos la “semana” de 13 días). Este calendario cuenta los días de manera muy parecida a como lo hace el odómetro que cuenta el kilometraje de un auto. La última fecha que cabe en el odómetro del tiempo es de 12.19.19.17.19 días (en números mayas) desde la creación del mundo. Luego de esta fecha, si avanzamos 1 día más, todas las casillas vuelven a cero, como en el cuenta kilómetros de un automóvil añejo (aunque los investigadores más puristas usan 13 en vez de cero en la casilla de la izquierda).

Un dato para la anécdota: este “fin de los días” maya caerá el 21 de diciembre del 2012. Así que a nadie sorprenda que los apocalípticos de siempre ya estén lucrando con el tema. ¡Salud!

aldoloup@hotmail.com
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