Divulgados en la revista especializada “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS), estos hallazgos son obra de científicos de la Universidad Nova Southeastern (NSU), en Florida (EE.UU.), la Universidad Cornell de Nueva York y del Acuario de la Bahía de Monterey (EE.UU.).
La decodificación de este genoma, cuyo tamaño es una vez y media mayor que el de los humanos, aporta nuevas claves sobre por qué estos tiburones “han prevalecido durante unos 500 millones de años, más que casi cualquier otro vertebrado”, explicó el doctor Salvador Jorgensen, investigador del Acuario de la Bahía de Monterey.
Por un lado, estos expertos encontraron en el genoma del gran tiburón blanco adaptaciones secuenciales en genes clave para la curación de heridas, entre ellos un gen fundamental para la coagulación de la sangre.
“Estas adaptaciones que involucran genes de cicatrización de heridas pueden ser la base de la capacidad de los tiburones para curarse de manera eficiente incluso de heridas grandes”, apuntó Michael Stanhope, codirector del estudio e investigador de la Facultad de Medicina Veterinaria de Cornell.
Por otro lado, el equipo encontró adaptaciones secuenciales en genes con funciones importantes en el mantenimiento de la estabilidad del genoma, es decir, en mecanismos de defensa que contrarrestan la acumulación de daño al ADN de una especie.
El fenómeno opuesto, la inestabilidad del genoma, es bien conocido por predisponer a los humanos a numerosos tipos de cáncer y enfermedades relacionadas con la edad.
“Ahora descubrimos que la naturaleza ha desarrollado estrategias inteligentes para mantener la estabilidad de los genomas en estos tiburones de gran cuerpo y larga vida”, comentó Mahmood Shivji, director del Centro de Investigación de Tiburones de la Fundación Save Our Seas de la NSU y codirector del estudio.
“Todavía hay mucho que aprender de estas maravillas evolutivas, incluida información potencialmente útil para combatir el cáncer y enfermedades relacionadas con la edad, y mejorar los tratamientos de curación de heridas en humanos, a medida que descubrimos cómo lo hacen estos animales”, añadió.
Asimismo, los investigadores esperan que la decodificación del genoma del gran tiburón blanco sirva también para ayudar a su conservación y a la de otras especies similares, muchas de ellas en situación de rápido declive debido a la pesca indiscriminada.