Lagarto en extinción por apetito que despierta en Arabia Saudí

RIAD. Un gran lagarto del desierto está en peligro de extinción por el apetito que despierta en Arabia Saudí, donde los ciudadanos hacen todo lo posible por cazarlo con tal de degustar su exquisita carne, pese a las críticas de los defensores de animales.

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Conocido en árabe como “dab” y en inglés como “uromastyk”, este reptil es una de las especies de la familia agamidae, que habitan las zonas desérticas de Oriente Medio -especialmente en Arabia Saudí, Omán y Yemen-, el norte de África, Asia central y la India.

Este saurio, que mide entre 15 y 85 centímetros de largo, se alimenta de vegetales y rara vez bebe agua. Una de las formas más comunes y fáciles de capturarlo es mediante el humo del tubo de escape de los coches, que los hace salir de sus madrigueras, que tienen una profundidad de hasta dos metros.

“Esta es la principal manera de cazarlo, ya que no se puede atrapar con la mano porque excava su escondite de manera espiral”, explica auno de sus asiduos cazadores, Shaleh.

Este joven de 28 años sostiene que otra forma de apresar este animal es perseguirlo corriendo, hasta que el cansancio le haga detenerse, o empleando armas de fuego, aunque esto último destroza sus entrañas y lo vuelve poco atractivo al servirlo en la mesa.

“Nuestros abuelos no disponían del humo de los tubos de escape, por ello capturaban los lagartos inundando con agua sus escondrijos”, recuerda con nostalgia Shaleh. Destaca que la mejor temporada para cazarlo es el mes de mayo, “ya que es el periodo de reproducción, por lo que salen de sus escondites en búsqueda de hembras”.

Otro aficionado al reptil es Abderrahman al Yar, que advierte de que la excesiva caza y el consumo de su carne se ha vuelto una obsesión para algunas personas, que hasta llegan a marcharse de la ciudad una semana para capturarlo.

La prensa saudí publicó hace algunos años que una joven pidió a su novio que cazara sin ayuda de nadie y en un solo día cien de esos ejemplares como condición para contraer matrimonio, y él lo logró.

“Esta especie no se vende en las grandes ciudades, sino en localidades pequeñas, próximas al desierto, y su precio oscila entre los 13 y 26 dólares”, asegura Al Yar.

Para obtener su presa, grupos de amigos viajan al desierto, donde cada uno de ellos compite por capturar el mayor número. Luego se sientan alrededor de una fogata y asan los reptiles para hacer el “kabsa”, plato tradicional saudí que incluye arroz y cualquier tipo de carne.

“Es una comida exquisita, porque su carne es blanda y muy fácil de preparar”, subraya Al Yar, que revela que es habitual ver en las aldeas vehículos con varios lagartos colgando “como una muestra de orgullo entre sus cazadores y en señal de que la caza ha sido un éxito”.

Por su lado, el jefe tribal Manaa cuenta para entretener a la gente un relato tradicional, según el cual antiguamente Alá, en su ira contra un clan que denostó a un profeta, la convirtió en rebaños de “dab”. “Nosotros no creemos en eso. Son historias que inspiraron a nuestros antepasados del desierto y son parte de nuestra herencia popular”, asegura el anciano, de 68 años.

Según la biografía del profeta Mahoma, él rechazó comer la carne de ese saurio, pero no lo prohibió a sus discípulos y por ello la “sharía” o ley islámica no lo vetó. Según Manaa, los habitantes del desierto “respetan” ese reptil, “ya que lo capturan solo para comerlo y nadie lo maltrata porque es un animal inofensivo y comparte la vida en este extenso espacio del desierto”.

“Aún hay jóvenes aficionados a la caza y al consumo de 'dab', pero temo que esa costumbre desaparezca”, dice con una mirada triste. Sin embargo, los defensores de animales se muestran totalmente contrarios a la caza del “dab”.

Cada vez que se aproxima la primavera, la Organización de Protección de la Vida Silvestre difunde comunicados en los medios de información locales en los que advierte contra la caza furtiva de ese lagarto.

“Es necesario concienciar a la sociedad sobre el riesgo de que se extinga definitivamente, por lo que se requiere una legislación severa que exija su protección frente a la campaña de exterminio irresponsable y bárbaro que sufre”, afirma el activista Aid al Qahtani.

Además, pide al Gobierno que construya criaderos para la reproducción del “dab” con el fin de permitir que la hembra siga poniendo como siempre unos setenta huevos de una sola vez durante su época reproductiva y no corra peligro de muerte por motivos culinarios.

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