Los investigadores llegaron a esta conclusión tras analizar los datos de más de 20.000 personas y subrayaron la importancia de conocer los efectos nocivos de la soledad no deseada para diseñar intervenciones psicológicas o sociales que podrían servir para prevenir o retrasar la aparición de la demencia.
El estudio se centró en identificar factores de riesgo que pudieran ser modificables y que pudieran ayudar a prevenir o a retrasar la aparición de esta enfermedad, como consecuencia del envejecimiento de la población y a las estimaciones acerca del aumento de personas con demencia en las próximas décadas.
Los investigadores comprobaron que uno de esos factores podría ser la soledad no deseada, la cual se relacionó ya anteriormente con el empeoramiento general del estado de salud, con la depresión e incluso con la mortalidad prematura.
La investigadora Elvira Lara subrayó la trascendencia de estas conclusiones ante el progresivo envejecimiento de la población mundial y el previsible aumento de los casos de demencia, una enfermedad para la que no existe en la actualidad ningún tratamiento efectivo.
Lara advirtió de los riesgos de salud que están asociados a esa “desconexión social”, y precisó que el estudio ha demostrado que el riesgo de desarrollar una demencia entre las personas que se sienten solas contra su voluntad es comparable a otros factores, como la inactividad física o la diabetes.
Elvira Lara pertenece al Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid, un centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud e integrante del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) de Salud Mental.
Los investigadores realizaron una revisión de cerca de 2.500 estudios difundidos hasta ahora sobre este asunto y publicaron sus conclusiones en la revista Ageing Research Reviews.
Los estudios sobre los que trabajaron los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid sumaban un total de 21.525 participantes, todos ellos mayores de 65 años y procedentes de América, Asia y Europa, y ninguno de ellos padecía demencia cuando comenzaron los estudios.
Elvira Lara, que es la primera firmante del estudio, señaló que el trabajo se realizó siguiendo una metodología “robusta”, pero incidió en que los resultados deben interpretarse con cautela debido al limitado número de estudios incluidos.
Los investigadores comprobaron que la asociación entre la soledad no deseada y la demencia es independiente de la presencia de otros factores, como la depresión.
La investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid, quien insistió en la importancia de “no patologizar” la soledad, auguró un aumento de la demencia como consecuencia del envejecimiento de la población, y observó la trascendencia que ello puede tener en países donde la longevidad es mayor, como Japón o España.
Elvira Lara observó que las tendencias poblacionales apuntan que en el año 2040 España superará a Japón como país con una mayor esperanza de vida, con las connotaciones positivas, pero también negativas, que ello conlleva.
Pero las estimaciones sobre la prevalencia de la demencia entre las personas mayores que sufren una soledad no deseada son peores para los países que están en vías de desarrollo que para los países desarrollados, ya que sus recursos económicos son también muy inferiores.
“Aquí destinamos recursos a la investigación, a poner en marcha intervenciones y a programas de prevención”, señaló la investigadora, y subrayó que los países más desarrollados tienen más herramientas para prevenir la soledad y frenar los riesgos de demencia.