La mosca de la Antártida, un insecto con genoma minúsculo

PARÍS. La mosca de la Antártida, el único insecto conocido originario del continente blanco, cuya larva es capaz de sobrevivir dos inviernos seguidos en condiciones extremas, posee un genoma “minúsculo”, el más pequeño jamás identificado en un insecto.

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Cada invierno, las larvas de esta mosca sin alas (Belgica antarctica) que vive en formaciones rocosas de la península antártica, pierden la mitad de su peso. Resisten igualmente a los vientos violentos, de hasta 140 km/h, a una concentración de sal elevada y a radiaciones ultravioletas intensas.

Llegada al estado adulto, la mosca áptera apenas vive poco más de una semana, es decir el tiempo necesario para reproducirse y poner los huevos indispensables a la continuación del ciclo biológico de su especie.

Y además logra estas hazañas con un genoma de apenas 99 millones de pares de bases, los ladrillos elementales del ADN, es decir 32 veces menos que un ser humano (3.200 millones de pares de base).

“Es minúsculo. Fue una enorme sorpresa”, asegura en un comunicado Joanna Kelley, bióloga de la Universidad norteamericana del Estado de Washington, que participó en la interpretación del genoma del minúsculo animal.

Este genoma reducido es sin duda el fruto “de una adaptación a un medio ambiente extremo (...) hay otras moscas o ’dípteros’ en algunas islas de la zona subantártica. Sería muy interesante ver si poseen o no un genoma similar”, explica la investigadora.

El análisis del genoma de Belgica antarctica, publicado este martes en la revista Nature Communications, revela una abundancia de genes asociados al desarrollo y la regulación del metabolismo, lo cual sugiere que la especie tuvo que afrontar fuertes presiones en términos de selección natural durante su evolución.

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