Un grupo de expertos de la República Checa y de Alemania, dirigidos por Thomas B. Hildebrandt, consiguieron dormir anoche a la leona Ginni tras aplicarle tres somníferos, para luego inseminarla con semen del león Sohan, un macho traído del zoo de Ostrava, en el este checo.
“Es la primera inseminación artificial de la historia en la subespecie índica, y todo ha ido muy bien. Tenemos la esperanza de que sea un éxito”, dijo a Hildebrandt a Efe tras la intervención, que duró en total cerca de una hora.
Según su experiencia con elefantes y rinocerontes, el experto alemán estimó las posibilidades de éxito en el caso de Ginni entre “un 60 a 70%”.
Hildebrandt explicó que encontraron un tumor en la leona y algunas glándulas de mucosa del útero obstruidas, lo que hace que Ginni tenga una “fertilidad reducida”, algo que no es de por sí “dramático” aunque puede resultar en que el procedimiento no tenga el éxito esperado.
La razón de haber optado por una inseminación artificial es que Ginni no quedó preñada este año, tras numerosos intentos de apareamiento con Sohan, un león asiático traído a Praga para ayudar a la hembra a ser madre por primera vez.
Sohan y Ginni se aparearon hasta 23 veces ayer mismo, lo que es indicio de que sí hubo ovulación por medios naturales, explicó, por su parte, Pavel Brandl, responsable de la crianza de mamíferos en el zoo de Praga.
El equipo veterinario ha preferido, explicó este experto, evitar un tratamiento hormonal para producir la ovulación, al considerarlo inadecuado para la salud de estos animales.
“No aplicaríamos este método inmediatamente, porque lo natural es más importante que las técnicas artificiales”, agregó Hildebrandt.
Pero como la leona, de 124 kilos, nunca llegó a quedar preñada, “era importante darle la oportunidad de tener descendencia”, dijo el alemán.
Ahora habrá que esperar unos 60 días para observar indicios de cambios en el cuerpo de la leona, como un ligero crecimiento del animal, el desarrollo de sus mamas o una alteración de su comportamiento, lo que indicaría que está preñada, algo que también vendría confirmado por las heces.
“Y después de 110 días veremos si hay un alumbramiento exitoso”, concluyó Hildebrandt, jefe del Departamento de Reproducción del Leibniz Institute for Zoo and Wildlife Research (IZW) de Berlín.
El león índico (con el nombre científico Panthera leo persica) es uno de los mayores orgullos del estado de Gujarat, en el noroeste de la India, cuyas autoridades son reacias a compartir con otros países la carga de asegurar el futuro de esta subespecie y evitar que se extinga.
Pero el Parque Nacional del Bosque de Gir, en Gujarat, es “insuficiente” para una población estimada de unos 600 ejemplares, donde enfermedades virales y babesiosis, que afectan a los glóbulos rojos y que son transmitidas por garrapatas, causaron la muerte de una treintena de leones en septiembre pasado, según fuentes del zoo de Praga.
El parque indio se enorgullece de ser el único lugar del mundo, aparte de África, donde viven leones salvajes.
Su población de leones creció de unos 20 ejemplares en 1913 a 523 según el censo de 2015, 201 de ellos hembras adultas, de acuerdo con la información de su web oficial.
Tras las muertes ocurridas el año pasado, los veterinarios indios volvieron a aconsejar el traslado de parte de los leones para preservarlos de epidemias y así lo había ordenado en 2013 el propio Tribunal Supremo del país, pero las autoridades regionales hicieron caso omiso de su recomendación y rehusaron ceder ejemplares al vecino estado indio de Madhya.
Mientras, la población europea en cautividad de estos animales se cifra actualmente en unos 150 ejemplares, casi todos descendientes de nueve animales traídos a Europa en la década de 1990.