La caza furtiva diezma los rinocerontes

JOHANNESBURGO. Con armas supermodernas, helicópteros, gafas de infrarrojos, chalecos antibalas y tranquilizantes, los cazadores furtivos modernos están diezmando los rinocerontes sudafricanos.

En seis meses, estos criminales que trabajan para redes internacionales han  dado muerte a tantos rinocerontes como en todo el año 2009, más de 120  ejemplares de estos mamíferos enormes. La semana pasada sin ir más lejos, una banda lanzó una operación contra la  reserva privada de Krugersdorp, cerca de Johannesburgo. Sin llamar la atención,  sus miembros consiguieron cortar el cuerno de un rinoceronte, que murió en medio de un gran charco de sangre.

Su cría, de nueve meses, no la tocaron. Pero Vuma ("consentimiento" en  zulú), el último rinoceronte del parque, tuvo que ser trasladado para evitar que la soledad le resulte fatal. "Estaba muy estresado, deshidratado y muy hambriento cuando llegó pero se  está adaptando bien" , constata Ed Hern, dueño de la reserva natural de leones y  rinocerontes, donde Vuma vive ahora con otros dos huérfanos.

"La caza furtiva de rinocerontes es un trauma en nuestras vidas" , confía  este amante de la fauna salvaje, que perdió dos de estos mamíferos hace dos  meses.

Desde 2006, Sudáfrica y la vecina Zimbabue registran un recrudecimiento de  la caza clandestina de rinocerontes negros y blancos, cuyos cuernos están muy  cotizados en Asia por sus presuntas virtudes afrodisiacas o como decoración. Un cuerno pesa entre 8 y 11 kg, y el kilo puede costar entre 1.800 y 2.500  dólares  (1.350 a 1.900 euros) en el mercado asiático, según la policía.

El balance de víctimas aumenta con la multiplicación de furtivos  profesionales, mucho más dañinos que los pequeños cazadores locales, armados  con fusiles o simples lanzas. "Sudáfrica es el último bastión del continente que alberga una población  viable de rinocerontes, pero los furtivos no cejarán en su empeño hasta que los  hayan matado a todos" , teme Pelham Jones, presidente de la Asociación de  propietarios privados de rinocerontes. "Lo inquietante son los medios sofisticados desplegados para esos ataques y  su brutalidad" , prosigue Jones.

Ante la magnitud del fenómeno, los parques nacionales tomaron medidas  drásticas con el fin de limitar la caza furtiva creando una "unidad de combate  contra la caza ilegal de rinocerontes" . Reclutamiento de guardas y nuevos equipamientos costaron el año pasado 5,2  millones de rands (690.000 dólares, 537.000 euros) sólo en el famoso parque  nacional Kruger  (noreste) .

"El objetivo de esta unidad consiste en coordinar la vigilancia, las  investigaciones y las diligencias judiciales de forma sistemática porque no nos  enfrentamos con furtivos ’normales’ sino con el crimen organizado" , explica la  portavoz de los parques nacionales Wanda Mkutshulwa.

La seguridad reforzada en el Kruger ha tenido un efecto dominó en las  reservas privadas, donde la caza furtiva "modernizada" tiende a desplazarse. La única solución para acabar con esta caza de rinocerontes, especie en  vías de desaparición, es hacer campaña de sensibilización en Asia "para  explicar que sus cuernos no tienen ningún valor médico" , declaró Jones.

"Nosotros respetamos su cultura y su patrimonio, y lo mismo tienen que  hacer con nosotros" , reiteró.
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