La masacre de rinocerontes se sigue produciendo a un ritmo “horripilante” en Sudáfrica, pese a todas las medidas que se tomaron para detener su caza furtiva, haciendo temer por la supervivencia de la especie y obligando a las autoridades a trasladar parte de estos animales.
El ministerio sudafricano de Medio Ambiente indicó este jueves, en su último balance, que se rebasó la barrera del millar de animales abatidos en lo que va de año. Murieron 1.020 rinocerontes, a 20 de noviembre, esto es, más que en todo 2013.
Los récords se superan cada año desde que los cazadores furtivos se interesan a estos mansos paquidermos que tienen, para su desgracia, un cuerno prominente, al que algunos asiáticos atribuyen todo tipo de virtudes milagrosas. Las autoridades contabilizaron 13 casos en 2007, 33 en 2008, 122 en 2009, 333 en 2010, 448 en 2011, 668 en 2012 y 1.004 en 2013.
Sudáfrica alberga a tres cuartos de la población mundial de rinocerontes, unos 20.000 ejemplares.
“Bien sea este mes, o el siguiente o a principios de 2015, estamos llegando al punto en el que las proyecciones señalan que la mortalidad va a superar los nacimientos”, explica Cathy Dean, directora de la ONG Save the Rhino.
“Los rinocerontes se reproducen bastante lentamente, las hembras dan a luz cada dos años y medio a tres años”, apunta. La población suele aumentar en un 5% cada año, pero el ritmo de su reproducción depende también de factores externos como el estrés.
El cuerno de rinoceronte, que se vende a precio de oro en el mercado negro, es muy apreciado en Asia, en particular en Vietnam, donde adeptos de la medicina tradicional y nuevos ricos lo consumen en cócteles. Sin embargo, solo está compuesto de keratina, como nuestras uñas.
“La masacre actual de rinocerontes (...) forma parte de un tráfico mundial de fauna salvaje que supone miles de millones de dólares, y no es sencillo enfrentarse a esa plaga”, indica el ministerio sudafricano.
El portavoz de la agencia de los parques nacionales SANParks, Isaac Phaahla, califica las últimas cifras de “horripilantes”. “Pensamos (que este dato) podría haber sido mucho peor sin nuestras intervenciones contra la caza furtiva”, asegura, negándose a darse por vencido.
Los visitantes del célebre parque nacional Kruger (noreste) pueden ahora encontrarse con soldados, desplegados para patrullar en esta reserva tan extensa como Bélgica, en la frontera con Mozambique, de donde proceden la mayoría de los cazadores de rinocerontes.
Dos tercios de las víctimas se producen en este parque que, según el último balance, acoge a unos 9.000 rinocerontes. El ministerio de Medio Ambiente empezó a evacuar a varios centenares de ellos hacia lugares menos expuestos, que se guardan bajo secreto.
Los propietarios de reservas privadas ya no se atreven a promocionar sus rinocerontes ante los turistas, por miedo a encontrarlos muertos.
Para evitar ser localizados, los cazadores furtivos usan, con frecuencia, anestésicos para inmovilizar a los rinocerontes. Después les quitan el cuerno con un hacha, mientras siguen vivos. El animal despierta luego y muere, tras una larga agonía, como consecuencia de su herida.
En Sudáfrica, la lucha por la supervivencia de estos herbívoros se convirtió en una causa nacional.
Varios concesionarios de automóviles donan dinero a SANParks por cada vehículo comprado. Una viticultora del Cabo lanzó incluso las “Lágrimas de rinoceronte” (Rhino Tears en inglés), una cosechas cuyos beneficios se destinarán a la lucha contra la caza furtiva. En las ciudades se ve cómo algunos conductores pusieron cuernos de plástico rojos en la parte delantera de sus coches como señal de protesta contra la masacre.
Pretoria aboga por que se legalice el comercio de cuernos con el fin de desalentar a los traficantes. Los propietarios de reserva preferirían cortar y vender ellos mismo los cuernos -que vuelven a crecer, como las uñas-, antes que perder a sus animales.
En Namibia, las autoridades decidieron quitar los cuernos a los rinocerontes de forma preventiva.