Los jóvenes de entre 17 y 18 años desarrollaron estos hoteles con la intención de proteger a las abejas silvestres y “retribuirles” un poco del daño que los humanos han hecho a sus lugares de anidación mediante la tala de árboles y la expansión de las ciudades hacia el campo, dice a Efe Lía Quezada, alumna de tercer grado de la preparatoria Signos.
“La principal amenaza de las abejas somos nosotros”; cada vez es “más difícil que puedan viajar cada día desde su centro de alimentación de regreso al hogar, porque cada vez están más lejos gracias a que nosotros estamos interfiriendo en su hábitat”, dice esta integrante del taller de ciencia y tecnología.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las abejas silvestres son un importante elemento para la polinización de flores y plantas y un indicador de la salud del medio ambiente, a la vez que promueven y reflejan la diversidad biológica.
En México hay casi 2.000 especies de esta abeja que viven en pequeñas colonias y son polinizadoras importantes de plantas silvestres o incluso de algunos cultivos, explica Jesús Moreno, profesor de ciencias en Signos y experto en educación ambiental.
“La vida moderna y la urbanización destruyen rápidamente los lugares donde ellas pueden vivir, (además de) las fumigaciones, los monocultivos”, afirma el profesor, quien promueve temas científicos y ecológicos entre sus alumnos.
Los estudiantes de esta preparatoria, ubicada en las orillas del bosque La Primavera cerca de Guadalajara, la capital de Jalisco, tomaron talleres e investigaron por varias semanas para conocer a profundidad la forma de reproducción de la abeja silvestre, su importancia en la cadena alimenticia y la dinámica de su hábitat.
Quezada explica que este tipo de abejas son diferentes a la apis mellifera, conocidas por vivir en grandes comunidades para producir miel. Las silvestres son endémicas de los países de América, no tienen aguijón y, por lo tanto, no son agresivas, no crean panales y no hacen una estructura social, por lo que conviven muy pocas en un mismo lugar.
En el ”hotel" estos insectos pueden pasar largas temporadas en un sitio seguro donde pueden hacer sus nidos, dejar sus larvas, pasar la noche y protegerse durante la temporada frío que suele ser mortífera para ellas.
El refugio está elaborado con materiales naturales, entre ellos madera, trozos de carrizo cuyos huecos sirven de guarida, hojarasca o piñas de árboles de pino. El único requisito es que no tenga ningún tipo de pegamento, solvente o químico, pues su olor aleja a las abejas, cuenta a Efe Jacinto Velazco, otro de los alumnos que participaron en el proyecto.
Los materiales se pueden agrupar en cajas de madera o en botellas de plástico pet, lo que también ayuda a reciclar estos envases. En menos de diez minutos el ”hotel“ está listo y se puede colocar en el jardín, en las azoteas, en el patio o en algún lugar de la casa que esté abierto, preferentemente con algunas flores y luz solar.
”No tienes que cuidarlo, solo lo dejas en tu jardín y está libre para que lleguen las abejas. No corres peligro porque muchas abejas si no se sienten amenazadas no van a agredirte de ninguna forma“, explica Quezada.
Además de los ”hoteles“ que los estudiantes y sus profesores colocaron dentro y fuera de la preparatoria, el proyecto es replicado mediante talleres gratuitos que ofrecen en museos o escuelas, para que las personas sepan cómo construir estos refugios y se animen a tenerlos en sus propias casas.
”Generalmente se tiene esta creencia de que las abejas son peligrosas. Ese fue el objetivo del taller, que la gente se diera cuenta de que podemos convivir también con los insectos, que podemos darles un espacio y apoyarlos, así como ellos lo hacen con nosotros", concluye Velazco.