Entre 1992 y 2016, la mayoría de ellos había retrocedido de 20 a 30 centímetros diarios.
Esto equivale a una aceleración media del 13 % en la totalidad de su área, según un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters, y del que informa la Agencia Espacial Europea (ESA).
Para llegar a estas conclusiones, los científicos utilizaron más de 24 años de datos de satélites radar procedentes de las misiones ERS, el satélite Envisat o de la misión Sentinel-1 de Copernicus.
Los radares resultan especialmente eficaces para vigilar las regiones polares, con tendencia a sufrir inclemencias y largos periodos de oscuridad, ya que pueden recopilar información independientemente de la nubosidad, de día y de noche, según la ESA.
El equipo combinó las observaciones por satélite con un modelo matemático del flujo de hielo para completar los espacios en los que carecían de datos satelitales.
De esta forma, pudieron calcular que el aumento de velocidad en el desplazamiento de los glaciares ha provocado el vertido al océano circundante de 15 kilómetros cúbicos de hielo al año.
Estos resultados difieren de los arrojados por un estudio anterior, que calculaba que la región perdía tres veces más hielo que lo indicado en este reciente artículo, según las mismas fuentes.
"Esta nueva investigación -la primera en dar cuenta del cambio real en la velocidad del hielo- se aleja de la anterior interpretación, ya que la velocidad de los glaciares es, de hecho, demasiado baja", afirma Anna Hogg, autora principal del estudio e investigadora en el Centro para la Observación y el Modelado Polares del Reino Unido.
La mayor aceleración en el flujo se observó en glaciares anclados a profundidades de más de 300 metros bajo la superficie oceánica.
Hogg explicó que se observaron las temperaturas del agua frente a los glaciares que más se habían acelerado y descubrieron que atravesaban profundos canales en la base rocosa hacia la capa más cálida del océano.
"Estas aguas profundas circumpolares, relativamente cálidas y saladas en comparación con otras partes del Océano Austral, se han ido calentando en las últimas décadas y pueden provocar que el hielo de la base de los glaciares se funda, reduciendo así su fricción y haciendo que puedan deslizarse con mayor facilidad", agregó.
Dado que gran parte de la masa helada de la Tierra de Palmer Occidental se encuentra por debajo del nivel del mar, "es importante vigilar cómo áreas remotas como esta responden al mayor calentamiento de la región provocado por el cambio climático".