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En este frente trabajan muchos grupos de investigación en Italia: “Se piensa en bacterias sintéticas, cuyo material genético fue proyectado en el laboratorio, al servicio de la exploración espacial”, dijo Daniela Billi, directora del Laboratorio de Astrobiología de la Universidad de Roma Tor Vergata, en el congreso sobre biotecnologías para el espacio organizado en Roma por ese ateneo y Enea.
No obstante, en la Estación Espacial apareció la primera cosecha de lechugas y fueron cultivadas las primera flores, el trabajo aún por hacer es muchísimo.
“Marte es el planeta con los requisitos más prometedores para proporcionar un hábitat a largo plazo para la especie humana fuera de la Tierra, pero antes es necesario superar muchos obstáculos”, aclaró el físico Amedeo Balbi.
El experto se refirió, en particular, a la gran incertidumbre acerca de los daños que las radiaciones puedan provocar en los organismos vivos.
Por este motivo, la Agencia Espacial Italiana (ASI) participa en proyectos-tesis para construir ecosistemas artificiales para asegurar a los futuros exploradores los 30 kilogramos cotidianos de aire, agua y alimentos necesarios para la supervivencia. “En este perspectiva las plantas son las biogeneradoras más eficientes”, reveló Sara Piccirillo, del ASI.
Mientras tanto, un prototipo de invernadero espacial se prepara para ser experimentado en la Antártida, aseveró Alberto Battistelli, del Instituto de Biología Agroambiental y Forestal del Consejo Nacional de Investigaciones (IBAF-CNR).
La ENEA utiliza los invernaderos destinados una vez a estudiar los organismos genéticamente modificados para observarla respuesta de las plantas a las radiaciones y microgravedad simulada, explicó Eugenio Benvenuto, de la División de Biotecnología y Agroindustria.
“Actualmente el 70% de las sustancias de interés farmacológico derivan de las plantas”, precisó Flavia Guzzo, de la Universidad de Verona, y ahora la apuesta es hallar nuevas sustancias para ayudar al hombre en la conquista del espacio.