El trabajo, elaborado por astrónomos de la Universidad de Kent, en el Reino Unido, se basa en sus observaciones y mediciones desde la tierra del Itokawa, un misterioso asteroide con forma de cacahuete y de algo más de 500 metros de longitud.
“Es la primera vez que hemos sido capaces de determinar cómo es el interior de un asteroide, lo que supone un avance muy importante en nuestra comprensión de los cuerpos rocosos del Sistema Solar”, explicó Stephen Lowry, líder del equipo científico.
Estas revelaciones, indica el estudio, podrían arrojar luz sobre qué sucede cuando distintos cuerpos celestes chocan dentro del Sistema Solar, así como aclarar algunas incógnitas sobre la formación de los planetas.
“Descubrir que el interior de los asteroides no es homogéneo tiene implicaciones de amplio alcance, especialmente para los modelos de formación de asteroides binarios”, esto es, los que están compuestos por dos partes, indicó Lowry.
Además, “también podría ayudar en los trabajos que se desarrollan para reducir el riesgo de colisión de asteroides contra la Tierra, o con los planes de futuros viajes a estos cuerpos rocosos”.
Se trata del primer estudio que encuentra evidencias de “la gran variedad que puede tener la estructura interna de los asteroides”, según un comunicado de la ESO, algo que hasta el momento sólo podía inferirse.
El descubrimiento ha desencadenado muchas conjeturas acerca de la formación de los asteroides y, en el caso del Itokawa se baraja ahora la posibilidad de “que esté formado a partir de los dos componentes de un asteroide doble, después de que estos chocaran y se fusionaran”.
Para llegar a este descubrimiento, los científicos realizaron observaciones desde Tierra “muy precisas” para medir la velocidad a la que gira el asteroide sobre si mismo y cómo esta rotación va cambiando con el tiempo.
Para estudiar su estructura interna, se utilizaron imágenes obtenidas entre 2001 y 2013 por el telescopio NTT (New Technology Telescope) de ESO, en el Observatorio La Silla, en Chile.
El equipo de Lowry comprobó que el denominado efecto YORP -por el cual el giro de un asteroide y de otros cuerpos pequeños en el espacio se ve afectado por la luz del Sol- aceleraba lentamente la velocidad de rotación de Itokawa.
A pesar de que el cambio en la velocidad de la rotación es muy pequeño, tan sólo 0,045 segundos al año, esta información es muy diferente a la esperada por los científicos y “sólo puede explicarse si las dos partes del asteroide en forma de cacahuete tienen diferentes densidades”, argumentan los astrónomos.