El director de la Unidad de Vida Silvestre del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) de Puerto Rico, Ángel Atienza, señaló hoy a Efe que aunque no se ha catalogado la presencia de la especie en la isla como plaga sí supone un peligro para la fauna local.
Atienza advirtió de que además de la amenaza para el ecosistema autóctono, la Osteopilus Septentrionalis puede ser dañina para los humanos por el líquido que segrega a través de sus glándulas sebáceas, capaz de irritar la piel y de provocar problemas graves de visión si alcanza los ojos.
El funcionario aclaró que tiene constancia de la presencia en Puerto Rico de ejemplares de Osteopilus Septentrionalis desde hace dos décadas, pero que en los últimos años se ha hecho más habitual por toda la isla, incluidas áreas residenciales.
En cuanto a cómo pudieron llegar a Puerto Rico los primeros ejemplares de la rana cubana, dijo que la razón puede ser la costumbre de los puertorriqueños de introducir en la isla especies exóticas como mascotas.
Atienza matiza que tampoco se debe descartar la llegada de algunos ejemplares en cargamentos vía República Dominicana u otras islas del Caribe.
La Osteopilus Septentrionalis ha provocado un problema en el ecosistema local al no tener un depredador natural en Puerto Rico, lo que genera un desequilibrio en la cadena animal que perjudica a las especies nativas.
Atienza destaca que una de las especies autóctonas más perjudicadas es el coquí de Puerto Rico, una pequeña rana autóctona de la isla caribeña que se ha convertido en parte fundamental de la dieta de la Osteopilus Septentrionalis. La rana cubana causa también problemas en las comunidades de lagartijas autóctonas, escorpiones y otras especies de ranas.
La Osteopilus Septentrionalis se suma a la lista de especies invasoras que en las últimas décadas han llegado a Puerto Rico introducidas como mascotas y que amenazan el ecosistema local.
La lista incluye a la Iguana (gallina de palo), otra especie importada a Puerto Rico desde el continente americano y que se desarrolló sin freno debido a no existir en la isla un depredador capaz de frenar su reproducción.
El caimán también fue introducido en zonas húmedas de Puerto Rico y es hoy un peligro para el ecosistema y la población local.