Esto es según informó hoy el Observatorio Austral Europeo (ESO) en un comunicado.
La estrella embrionaria observada se sitúa en un útero estelar en crecimiento que tiene quinientas veces la masa del sol y donde hay mucho material fluyendo hacia el interior.
Este material colapsará finalmente y formará una estrella joven de más de cien veces la masa del Sol, un tamaño que solo alcanza una de cada diez mil estrellas de la Vía Láctea, según informó la ESO desde su central en Garching (Alemania).
“Estas estrellas no son sólo poco comunes, sino que su nacimiento es extremadamente rápido y su infancia muy corta, con lo que encontrar un objeto tan masivo en una etapa tan temprana de su evolución es un resultado espectacular”, explicó uno de los miembros del equipo de investigación, Gary Fuller.
Las estrellas más masivas y brillantes de la galaxia se forman en nubes frías y oscuras, pero no existe una única teoría que explique el proceso completo, por lo que los nuevos resultados, a juicio de los astrónomos de este centro, resultan clave.
Observaciones llevadas a cabo con el telescopio Spitzer de la NASA y el telescopio espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA) revelaron que la nube Spitzer Dark Cloud (SDC) 335.579-0.292, donde se sitúa la estrella ahora de nuevo estudiada, era un entorno oscuro de densos filamentos de gas y polvo.
Las nuevas observaciones de ALMA, según explicó otra de las componentes del equipo, Ana Duarte Cabral, muestran “detalles de los movimientos de la red de filamentos de polvo y gas y que una enorme cantidad de gas está fluyendo hacia una compacta zona central”.
Estas conclusiones suponen un refuerzo a la teoría de formación de estrellas, que sostiene que toda la nube empieza a colapsar hacia el interior de manera que el material se precipita hacia el centro de la nube y forma una o varias bestias estelares masivas.