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El hallazgo ha tenido lugar en el enclave de Durrington Walls, dentro del conjunto histórico-artístico de Stonehenge y donde un grupo de arqueólogos llevaba a cabo unas excavaciones promovidas por la revista National Geographic .
Hasta ahora, no se había encontrado ningún poblado cercano al famoso monumento megalítico, aunque sí se sabía que el entorno del valle de Durrington Walls estaba lleno de restos de casas, gracias a una serie de pruebas realizadas con escáneres magnéticos.
Las pruebas de radio-carbono realizadas recientemente han permitido datar los restos hallados en los años que van del 2600 al 2500 antes de Cristo, el mismo periodo en que se construyó Stonehenge, por lo que los arqueólogos creen que fueron los artífices del monumento megalítico los que habitaron estas casas.
Según el líder de este equipo de arqueólogos y profesor de la Universidad británica de Sheffield, Mike Parker, este hallazgo ayuda a confirmar la teoría de que Stonehenge no es un monumento aislado, sino que forma parte de un complejo mayor usado para ciertos ritos funerarios.
Después de despedir a sus muertos, los habitantes del poblado neolítico volvían a Durrington Walls para festejar la vida, explicó Parker, quien justificó esta teoría en los esqueletos de animales hallados junto a las casas.
A diferencia de Durrington, Stonehenge, que atrae anualmente a turistas de todo el mundo y en el que algunos han visto un antiguo observatorio astronómico, fue un lugar de culto a los muertos y un espacio para poder contactar con el más allá, añadió.
Los arqueólogos creen que el poblado de Durrington fue construido con madera, material que se deteriora fácilmente a largo plazo, para diferenciarlo así del carácter de perpetuidad que querían darle al monumento megalítico de Stonehenge. EFE